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Mostrando las entradas de junio, 2015

Yo aprendo a utilizar mis cualidades y mis defectos.

   ¿Alguna vez te has puesto a pensar si esos defectos que ves en los amigos, en los padres, en tu pareja, son realmente tan malos y si las cualidades que reconoces en ti o en los demás son de veras tan buenos?    ¿Cómo sabemos qué tan bueno es lo bueno y qué tan malo es lo malo? ¿Es bueno para quién y malo para quién? Las personas que son muy ordenadas en sus cosas, con frecuencia se enojan y molestan con los que no siguen su orden, y tienen dificultades para disfrutar en ambientes con desorden. Ser ordenado, entonces, puede ser bueno para ellas en unas circunstancias y malo en otras y puede llegar a ser molesto o pésimo para los que están a su alrededor.    Resulta, que hay algo de malo en lo bueno. Cuando las “cualidades” se exageran pueden limitarnos o lastimar a los demás. ¿Habrá también algo de bueno en lo malo? Podemos pensar que fulano tiene el defecto de ser gritón, pero ser gritón es muy útil para exigir lo que nos corresponde y evitar que abusen de nosotros. Ser g

Usar la ira positivamente

Es común que las personas repriman su ira, agresión y hostilidad interna; la consideran desagradable, indigna e incluso un fracaso moral o un revés espiritual. No se dan cuenta de que la ira reprimida no pierde su energía y que, si no es reconocida y trabajada, se manifiesta de formas perjudiciales para la salud y el progreso en general. La intención que está detrás de la ira es negativa, y tendrá consecuencias negativas aunque no se exprese. Un enfoque provechoso es ver la energía de la ira de manera positiva y utilizarla para catalizar las ambiciones y acciones de una forma útil. Por ejemplo, digamos que estamos enfadados con nuestro jefe. Estamos resentidos. Nunca reconoce nuestras habilidades o esfuerzos. Pero sabemos que no es prudente expresar la ira y el resentimiento, pues es probable que ello derivara en la pérdida de nuestro trabajo o, por lo menos, provocaría el resentimiento del jefe durante mucho tiempo. En el mejor de los casos, la expresión de la ira daría lugar

La felicidad comienza cuando se dice "adiós"

  “Partir es morir un poco”. Así reza un refrán al que todos veneramos como una verdad. Decir “ adiós” es morir un poco, digo yo, parafraseando el refrán; decir un adiós definitiv o ... ¿es morir mucho? A lo largo de mi trabajo terapéutico he notado como una constante, la necesidad de mis pacientes de decir adiós a una serie de personas y situaciones de su vida y el doloroso proceso que se inicia hasta la despedida final. Sólo después de esa despedida, auténtica y sin­ cera, es cuando renace en nosotros nuestro auténtico yo, y el aquí y ahora empiezan a adquirir un significado pleno. Estamos agarrados a nuestro pasado y el soltarlo nos produce el vértigo del vado; sin historia, dejamos de ser. Al tener que rellenar nuestro yo con la historia nos agarramos al pasado, nos agarramos a situaciones y personas que pasan a llenar huecos en

De fuera adentro: lo que ves es lo que tienes. El secreto del abuelo.

A causa de la obsesión por la juventud que fomentan los medios de comunicación y la cultura popular, la vejez se suele considerar una situación muy desafortunada. Se da por supuesto que, entre las arrugas, los achaques, los dolores y el calzado tan poco elegante, los ancianos deben de disfrutar muy poco de la vida. Sin embargo, las investigaciones demuestran que, en general y al margen de algunas crisis, la realidad es bien distinta. A pesar de algunas pérdidas evidentes, las personas mayores experimentan tanto bienestar como los jóvenes, si no más. Uno de los principales motivos de su sorprendente buen humor radica en su mayor capacidad para atender a detalles que les proporcionan satisfacción. Seguramente, tu abuela no necesitaba que  ningún psicólogo le enseñase a ver el típico vaso medio lleno. Cuando estabas desanimado, escuchaba tus penas el profesor te había puesto una mala nota en matemáticas o tu padre te había reducido la asignación y después re-encauzaba tu realida