Eduardo
Carlos Juárez López Alumno
Estudiante
de Maestría en Psicoterapia Gestalt
Darme cuenta
Considero que es la habilidad básica de cualquier proceso
terapéutico. Es algo que he estado trabajando desde mi primera sesión de
terapia Gestalt en 2005. Desde entonces hasta ahora me doy cuenta del gran
avance que he tenido y seguiré teniendo. Me doy cuenta de mi voz: es grave,
varonil y le gusta mucho a las personas. Suele ser dura cuando quiero imponer
mi razón sobre los demás. Su ritmo es fuerte. También sé sensibilizarla si la
situación la amerita. Sé que le pongo adornos según la situación, la hago más
grave cuando estoy con una chica que me agrada y hago cierta inflexión cuando
quiero llamar la atención de un grupo de personas. Mi mirada es de una persona
necesitada de cariño, trato de camuflar mi vacío interno y mi poca auto
aceptación seduciendo a los demás con mi carácter atento y amable. Mi tacto es
gentil sin embargo cuando me enojo mis ojos y mi mirada se vuelven oscuras. Una
compañera del salón me dijo recientemente que notó esta mirada y que se le
había hecho muy raro. Reconozco la sensación que provoco en los demás,
reconozco, comprendo y expreso estas partes de mí.
Separar pensamientos y
emociones
Vengo de una familia en la que esfuerzo académico es muy
reconocido. Me crié en un ambiente relacionándome desde el intelecto. Mi papá,
hermanos y cuñadas son contadores y yo decidí estudiar música lo que requiere
cierto nivel de emotividad. Al entrar a terapia y a la maestría he aprendido a
comunicarme por la parte emocional. Puedo aprender a comunicarme en ambos
canales y separarlos. El semestre pasado una compañera se expresó de mí en
terapia grupal como su ejemplo de equilibrio entre emoción y pensamiento.
Hablar claro y directo
En determinadas situaciones no soy claro y directo aunque
muchos compañeros me han compartido que notan lo contrario en clase. Creo que
en algunos lugares trato de pensar muy bien lo que tengo que decir para que me
entiendan, en cambio cuando estoy relajado se me sale la verborrea. A veces soy
insensible en mi manera de hablar, no tomo en cuenta los sentimientos de las demás
personas. Mi miedo al rechazo proyectado en “acéptenme” puede interferir en
esta habilidad. Una manera de mejorar sería tratar de poner atención en los
momentos en que no me estoy expresando claro y directo. También sería mejorar
mi autoestima para quererme como soy.
Responder
A veces soy insensible para responder. Proyecto mi
introyecto de no ser suficiente siendo exigente con los demás. Respondo desde
la autoexigencia a maestros, padres, compañeros y pareja. Esto es un foco rojo
constante en mi terapia, gracias a ésta he logrado mantener en buen término la
mayoría de mis relaciones. Cuando mi introyecto está suavizado respondo de
mejor forma. Centrarme en mí mismo no me permite empatizar con los demás ni
responder de la forma adecuada. Tener un sano equilibrio de fronteras con lo
demás me permitirá aumentar esta habilidad de contacto.
Escuchar
Intelectualizo mucho a la hora de oír lo que alguien me
está diciendo. Últimamente he tenido la costumbre de aventurarme a observar los
introyectos y las proyecciones de las personas con las que hablo. Estoy tan
inmerso en el estudio del eneagrama que casi doy por sentado que tipo de
personalidad son con todo y su diagnóstico. Por supuesto todo esto se queda en
mi cabeza sin embargo mi calidad de escucha se empobrece cada vez más al no
estar fenomenológicamente con la otra persona. Pienso que una manera de mejorar
sería determinar en qué momento debo de utilizar mis conocimientos para
observar ciertas cosas y cuando no. Me ha servido preguntarles a las personas
si lo que necesitan es que sólo los escuche, que les dé una opinión o apoyo. El
90% de las veces me dicen que con haberlos escuchado fue suficiente.
Pedir
Mi dificultad con esta habilidad tiene que ver con el uso
de mi discurso. Generalmente sé que lo que me hace falta y a quien pedírselo,
sin embargo mi afán por ser aceptado y no ser “grosero” hace que el uso de mi
lenguaje no permita que el mensaje sea claro. Como ejemplo la semana pasada le
pedí a mi primera terapeuta lo siguiente por medio del chat: “fulana, me
preguntaba si es posible ver mi primer diagnóstico, me gustaría verlo porque
estoy empezando a diagnosticar…” ella me contestó: “¿y qué te respondiste?”
Quise ser amable porque reconozco que muchas veces exijo en vez de pedir, sin
embargo el arte de esta habilidad radica en el perfecto balance entre ser
claro, directo y sensible a la vez. Pienso que esta habilidad como todas es
cuestión de experiencia.
Recibir
Es una habilidad que he trabajado constantemente. Como
artista me costaba recibir felicitaciones y halagos debido a que no me sentía
suficiente. Herí a muchas personas alejándolas poco a poco. Esto me entristeció
mucho. En terapia descubrí que este problema era debido a una baja autoestima.
Tan pronto lo trabajé empecé a recibir y hoy recibo aplausos y halagos con
mucha humildad. Me gustaba la forma en la que Pavarotti recibía sus aplausos,
extendía las manos cual grande era su cuerpo, cerraba los ojos y recibía la
ovación de los estadios llenos que lo iban a oír cantar. Ahora cuando finalizo
una presentación, recibo un reconocimiento o una muestra de cariño y afecto me
permito recibirlo, validando mi suficiencia y agradeciendo la gran experiencia
que me regalan. Una manera que he encontrado de trabajar esta habilidad en
terapia es el de reconocerme en función de mi relación con el otro. Disfrutar
de la ovación junto con mis compañeros de grupo es una manera de validar mi
necesidad de reconocimiento en función a un trabajo en equipo. Esto lo aplicaré
a la relación con mis pacientes. Mi valía está en mi proceso personal y no en
la medida que me reconozcan los pacientes.
Dar
Esta es la habilidad que tengo que trabajar más. Me
cuesta dar. Una forma de cambiar esto sería dar de una manera más auténtica, es
decir, sin conveniencia. No creo que haya que dar sin esperar recibir, sin
embargo puedo dar sin ver para quién. Reconozco de donde viene el introyecto de
dar por conveniencia. Me cuesta dar de manera auténtica.
Manejo del conflicto
El conflicto es algo que me cuesta mucho manejar. Mi
miedo al rechazo me impide hacer contacto auténtico con mi mundo. Me cuesta
parar cuando me doy cuenta que estoy enojado. En cambio algunas veces prefiero
evadir la situación por miedo a la confrontación. Como me sucede en otras
habilidades cuando mi introyecto está resanado puedo contactar mejor. Me siento
más cómodo resolviendo un conflicto con un grupo que de persona a persona.
Mientras me acepte a mí mismo ya no buscaré imperiosamente la aceptación de los
demás permitiéndome ser asertivo, sensible, claro y directo para manejar
correctamente el conflicto.
Ser asertivo
Me reconozco como una persona asertiva, sin embargo mi
autoexigencia, insensibilidad para empujar las fronteras y necesidad de llegar
primero para ganar, bloquean mi experiencia. Identifico mis pensamientos en
forma clara, soy perseverante pero me cuesta manejar las resistencias que
emergen. Me es más fácil ser asertivo frente a un grupo de personas que frente
a alguien. Dónde, cuándo y cómo decir las cosas son parte de la asertividad.
Dar apoyo
En mi afán de dar apoyo a mis amigos, alumnos, conocidos y compañeros de trabajo me brota el
deseo de protegerlos camuflando un deseo de control. Esto no es justo para
ellos, mi responsabilidad es apoyar a las personas para que crezcan a su manera
y ritmo. Hacerlas dependientes de mi me hará co-dependiente. Voy a encontrar
una maneja de tener un balance entre dar apoyo y retirarme cuando es necesario.
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