El entorno de la vida cotidiana esta envuelto en toda una gama de elementos que podemos percibir y de los cuales podemos o no apropiarnos, los eventos son algo dado en la existencia sucediéndose casi a cada respiro siendo nuestra percepción lo que nos puede mostrar esa gama. La percepción que tengamos a su vez depende de nuestra experiencia ya que con base en ella construimos lo que es significativo para nosotros; esta construcción podría darse de forma fluida y sin restricciones problemáticas ayudándonos a la captación más holística de nuestra realidad pero, generalmente (o cuando menos es lo que he observado), nuestra experiencia nos da elementos o hechos que mayoritariamente nos evocan situaciones que nos son desagradables creando una evasión que nos provoca cortar la experiencia. Mi realidad queda con aspectos cortados y en mi se forma una percepción incompleta que incluso se puede tornar en intolerancia que, llevado al plano social, puede encontrar manifestación en fenómenos como el racismo, la segregación étnica y religiosa, nacionalismos o incluso en formas de gobierno injustas donde la persona (o ciudadano) forma parte de un número estadístico y nada más.
En este sentido, y volviendo al plano de la persona, puedo decir que el juego de figura-fondo no se da de manera adecuada. La figura-fondo es una situación que se da en contacto directo con la vida y sus situaciones, donde un elemento salta a nuestra atención dejando todo lo demás como un mero contexto del cual, más adelante (puede ser en el siguiente parpadeo) surgirá otra imagen que me haga cambiar mi figura. Este último elemento (la figura) puede surgir de un factor externo o de mi propio cuerpo pero en cualquiera de los dos casos es una necesidad que nace en el momento y debería ser concreta, es decir deberíamos saber con precisión lo que deseamos, necesitamos o queremos pero tomando en cuenta la percepción cortada o interrumpida muchas veces las necesidades quedan varadas en el terreno de la ambigüedad. De esta forma, desconocemos si la sensación de un hueco en el estómago es la necesidad de alimento o el deseo de pedirle un beso a alguien. Bajo esta idea, la persona queda en un desconocimiento de ella misma que la orillan a respuestas neuróticas sobre su entorno y por ende que la afectan en su ser.
Como ya mencioné antes la experiencia interrumpida es un fuerte elemento para no tener una percepción holística de la vida estando marcada por cuestiones que aprendimos (y aprendemos) en el transcurso de nuestras vidas, o sea, los introyectos. Cuando estos aprendizajes nos influyen de manera negativa, deseamos cortar de tajo con toda experiencia que nos evoque a ellos ya sea porque así se nos enseño a visualizar tal o cual situación, o porque nosotros mismos captamos de forma negativa un fenómeno que vivimos en un determinado momento. Poniéndolo de forma ejemplificada mencionaré la siguiente situación: una persona durante su infancia se manifestó como un niño tímido pero curioso de las actividades que los demás hacían a su alrededor; en especial un tío que estudiaba ingeniería, ocasionalmente realizaba algunas de sus prácticas en la casa del niño y éste observaba atento lo que hacía su tío, desde la planeación hasta la concretización en maquetas o circuitos eléctricos. Al día siguiente el niño recordaba lo visto tratando de recrear con sus recursos los hechos utilizando sus cuadernos, juguetes o basura del patio para imitar los resultados, ante ésto su madre respondía diciéndole que no sabía hacer eso y no debía hacerlo, además que en sus juegos inútiles había desperdiciado el papel de sus cuadernos de escuela.
Con lo anterior esta persona pudo haber introyectado: si no sabes hacer las cosas mejor no las hagas, lo que en determinadas circunstancias lo puede llevar a tener un sentimiento de insuficiencia que le hace desear retirarse de posibles experiencias sin ni siquiera haber hecho el intento por vivenciarlas. En el ámbito infantil, ésto posiblemente le creó algunas insatisfacciones que afectaron en primera instancia el juego ya que, entonces, tendría que distinguir con cual de sus propiedades (incluyendo sus juguetes) era correcto o no jugar, anteponiendo así el pensamiento de la madre a sus necesidades. Más adelante, lo anterior se puede manifestar en miedo a enfrentar situaciones nuevas por un sentimiento de insuficiencia (de conocimientos y capacidad) creando, a la par, prospecciones negativas para justificar la evasión cortando la experiencia deseada y creándose una percepción parcial de las situaciones que se le presentan.
La persona crea, sin darse cuenta, formas neuróticas de respuesta que buscan en vez de vivir su realidad, sobrevivirla sustituyéndola por algo “más” a su alcance sin una mayor reflexión. Estas situaciones (que pueden ocurrir por montones en una persona) nos llevan a vivir una realidad frustrada con ciclos sin concluir y con necesidades sin satisfacer; de este modo podemos estar en un ambiente rico en experiencias por vivir, de cambios constantes, o novedades que tienen un amplio potencial para atraernos pero que simplemente no visualizamos por estar anclados a la experiencia que nos marcó, la figura de la falta de afecto, de auto-realización, de hacer, y otras más que se vuelven recurrentes y pautan nuestra percepción de tal forma que a donde quiera que veamos sólo captamos nuestras necesidades proyectadas. No hay continuidad de nuestro desarrollo, se estanca porque nuestro presente se ve frenado por el introyecto, la necesidad o el ciclo inconcluso, se vuelve nuestra marca y cualquier actividad que realicemos será casi irrelevante por nuestra percepción cortada.
El flujo del presente no se da de forma fluida y es cuando un proceso terapéutico puede apoyar a la persona dándole herramientas para cerrar su asunto inconcluso, hacerlo de una forma simbólica o concientizar el introyecto que lo rige. Los procesos de darse cuenta y de cierre cobran importancia por ser formas de comenzar la reconceptualización de una persona en su estructura psíquica y corpórea; en Guestalt no se busca la eliminación de estos aspectos que la persona ha negativizado, sino que se avoca más a la aceptación para recuperar el autoconocimiento y visualizar nuevas formas de manejo de la conducta haciéndose consciente de sus procesos mentales, sentimientos y sensaciones; en cierto sentido es darle a la persona un ecualizador para que matice sus procesos vivenciales dejando fluir o cortando las situaciones de manera consciente y responsable, estableciendo un panorama comunicativo más amplio que nos transporta a una relación más fiable y profunda conmigo y con el entorno. Bajo esta idea el aspecto que nos marcó negativamente va a seguir en nosotros pero es preciso decir que ahora será parte de nosotros y no será nuestra directriz de vida o situacional.
Con lo anterior, la capacidad de jugar con la figura-fondo recupera su fluidez, recuperamos nuestra capacidad de ampliar nuestras percepción y perspectiva dejándonos vivir la experiencia, se entabla una comunicación interna que clarifica nuestras necesidades y/o deseos teniendo más clara el tipo de respuesta que podemos ofrecer; el autoconocimiento se vuelve accesible a nosotros mismos recuperando el manejo de nuestras vidas con lo que se mejora la relación con el entorno (personas y objetos) a nivel comunicativo y perceptivo ampliando nuestro sentido de comprensión-entendimiento. Creo que de ningún modo podremos tener una vida desprovista del miedo pero si podemos adquirir los elementos y la visión que nos ayude a reenfocar los de manera positiva para que sean parte de las motivaciones y prevenciones de nuestra existencia.
Juan Roberto Cervantes Vazquez
Alumno del primer semestre de la Maestría en Guestalt Adultos
-Bibliografía
Canetti, Elias. 2002. La masa. En Masa y poder. Alianza Editorial/Muchnik Editores. Madrid. pp. 7-19.
Polster, Erving y Miriam. La figura vívida. En Terapia Guestáltica. En CESIGUE. 2009. Antología de Principios de Guestalt I. pp. 157-170.
Zemelman, Hugo. Cultura, identidad y globalización en América Latina. En Sánchez, María Eugenia (Coord.). 2004. Las universidades de América Latina en la construcción de una globalización alternativa. Ed. Universidad Iberoamericana de Puebla. Puebla. pp. 157-167
En este sentido, y volviendo al plano de la persona, puedo decir que el juego de figura-fondo no se da de manera adecuada. La figura-fondo es una situación que se da en contacto directo con la vida y sus situaciones, donde un elemento salta a nuestra atención dejando todo lo demás como un mero contexto del cual, más adelante (puede ser en el siguiente parpadeo) surgirá otra imagen que me haga cambiar mi figura. Este último elemento (la figura) puede surgir de un factor externo o de mi propio cuerpo pero en cualquiera de los dos casos es una necesidad que nace en el momento y debería ser concreta, es decir deberíamos saber con precisión lo que deseamos, necesitamos o queremos pero tomando en cuenta la percepción cortada o interrumpida muchas veces las necesidades quedan varadas en el terreno de la ambigüedad. De esta forma, desconocemos si la sensación de un hueco en el estómago es la necesidad de alimento o el deseo de pedirle un beso a alguien. Bajo esta idea, la persona queda en un desconocimiento de ella misma que la orillan a respuestas neuróticas sobre su entorno y por ende que la afectan en su ser.
Como ya mencioné antes la experiencia interrumpida es un fuerte elemento para no tener una percepción holística de la vida estando marcada por cuestiones que aprendimos (y aprendemos) en el transcurso de nuestras vidas, o sea, los introyectos. Cuando estos aprendizajes nos influyen de manera negativa, deseamos cortar de tajo con toda experiencia que nos evoque a ellos ya sea porque así se nos enseño a visualizar tal o cual situación, o porque nosotros mismos captamos de forma negativa un fenómeno que vivimos en un determinado momento. Poniéndolo de forma ejemplificada mencionaré la siguiente situación: una persona durante su infancia se manifestó como un niño tímido pero curioso de las actividades que los demás hacían a su alrededor; en especial un tío que estudiaba ingeniería, ocasionalmente realizaba algunas de sus prácticas en la casa del niño y éste observaba atento lo que hacía su tío, desde la planeación hasta la concretización en maquetas o circuitos eléctricos. Al día siguiente el niño recordaba lo visto tratando de recrear con sus recursos los hechos utilizando sus cuadernos, juguetes o basura del patio para imitar los resultados, ante ésto su madre respondía diciéndole que no sabía hacer eso y no debía hacerlo, además que en sus juegos inútiles había desperdiciado el papel de sus cuadernos de escuela.
Con lo anterior esta persona pudo haber introyectado: si no sabes hacer las cosas mejor no las hagas, lo que en determinadas circunstancias lo puede llevar a tener un sentimiento de insuficiencia que le hace desear retirarse de posibles experiencias sin ni siquiera haber hecho el intento por vivenciarlas. En el ámbito infantil, ésto posiblemente le creó algunas insatisfacciones que afectaron en primera instancia el juego ya que, entonces, tendría que distinguir con cual de sus propiedades (incluyendo sus juguetes) era correcto o no jugar, anteponiendo así el pensamiento de la madre a sus necesidades. Más adelante, lo anterior se puede manifestar en miedo a enfrentar situaciones nuevas por un sentimiento de insuficiencia (de conocimientos y capacidad) creando, a la par, prospecciones negativas para justificar la evasión cortando la experiencia deseada y creándose una percepción parcial de las situaciones que se le presentan.
La persona crea, sin darse cuenta, formas neuróticas de respuesta que buscan en vez de vivir su realidad, sobrevivirla sustituyéndola por algo “más” a su alcance sin una mayor reflexión. Estas situaciones (que pueden ocurrir por montones en una persona) nos llevan a vivir una realidad frustrada con ciclos sin concluir y con necesidades sin satisfacer; de este modo podemos estar en un ambiente rico en experiencias por vivir, de cambios constantes, o novedades que tienen un amplio potencial para atraernos pero que simplemente no visualizamos por estar anclados a la experiencia que nos marcó, la figura de la falta de afecto, de auto-realización, de hacer, y otras más que se vuelven recurrentes y pautan nuestra percepción de tal forma que a donde quiera que veamos sólo captamos nuestras necesidades proyectadas. No hay continuidad de nuestro desarrollo, se estanca porque nuestro presente se ve frenado por el introyecto, la necesidad o el ciclo inconcluso, se vuelve nuestra marca y cualquier actividad que realicemos será casi irrelevante por nuestra percepción cortada.
El flujo del presente no se da de forma fluida y es cuando un proceso terapéutico puede apoyar a la persona dándole herramientas para cerrar su asunto inconcluso, hacerlo de una forma simbólica o concientizar el introyecto que lo rige. Los procesos de darse cuenta y de cierre cobran importancia por ser formas de comenzar la reconceptualización de una persona en su estructura psíquica y corpórea; en Guestalt no se busca la eliminación de estos aspectos que la persona ha negativizado, sino que se avoca más a la aceptación para recuperar el autoconocimiento y visualizar nuevas formas de manejo de la conducta haciéndose consciente de sus procesos mentales, sentimientos y sensaciones; en cierto sentido es darle a la persona un ecualizador para que matice sus procesos vivenciales dejando fluir o cortando las situaciones de manera consciente y responsable, estableciendo un panorama comunicativo más amplio que nos transporta a una relación más fiable y profunda conmigo y con el entorno. Bajo esta idea el aspecto que nos marcó negativamente va a seguir en nosotros pero es preciso decir que ahora será parte de nosotros y no será nuestra directriz de vida o situacional.
Con lo anterior, la capacidad de jugar con la figura-fondo recupera su fluidez, recuperamos nuestra capacidad de ampliar nuestras percepción y perspectiva dejándonos vivir la experiencia, se entabla una comunicación interna que clarifica nuestras necesidades y/o deseos teniendo más clara el tipo de respuesta que podemos ofrecer; el autoconocimiento se vuelve accesible a nosotros mismos recuperando el manejo de nuestras vidas con lo que se mejora la relación con el entorno (personas y objetos) a nivel comunicativo y perceptivo ampliando nuestro sentido de comprensión-entendimiento. Creo que de ningún modo podremos tener una vida desprovista del miedo pero si podemos adquirir los elementos y la visión que nos ayude a reenfocar los de manera positiva para que sean parte de las motivaciones y prevenciones de nuestra existencia.
Juan Roberto Cervantes Vazquez
Alumno del primer semestre de la Maestría en Guestalt Adultos
-Bibliografía
Canetti, Elias. 2002. La masa. En Masa y poder. Alianza Editorial/Muchnik Editores. Madrid. pp. 7-19.
Polster, Erving y Miriam. La figura vívida. En Terapia Guestáltica. En CESIGUE. 2009. Antología de Principios de Guestalt I. pp. 157-170.
Zemelman, Hugo. Cultura, identidad y globalización en América Latina. En Sánchez, María Eugenia (Coord.). 2004. Las universidades de América Latina en la construcción de una globalización alternativa. Ed. Universidad Iberoamericana de Puebla. Puebla. pp. 157-167
Comentarios
Publicar un comentario