La gente que le da énfasis a las cosas positivas generalmente es optimista y algunas veces se dice que “ven el mundo a través de un cristal color de rosa.” De acuerdo a un estudio reciente de investigadores canadienses, ésto es más que un dicho popular. El estudio, que acaba de ser publicado en la revista “Journal of Neuroscience”, ofrece las primeras evidencias directas de que el ánimo en el que nos encontramos afecta la manera como vemos las cosas al modular la actividad de la corteza visual. Sus hallazgos muestran que mirar a través del proverbial vidrio rosado de un buen ánimo no trata tanto acerca del color, sino acerca de la amplitud de la visión.
Varios estudios conductuales ya han mostrado que las emociones pueden tener un efecto en la percepción. Cuando, por ejemplo, se les pide a los observadores que pongan atención selectiva en un punto en el centro del campo visual mientras al mismo tiempo ignoran los objetos “distractores” que lo rodean, la inducción previa de un estado emocional positivo conduce a una mayor interferencia de los objetos del derredor que lo que provoca la inducción de un ánimo negativo. De igual manera, los ánimos positivos están asociados con una tendencia a percibir componentes globales y los ánimos negativos con los componentes locales de un estímulo viso-espacial.
Sin embargo, el mecanismo neural exacto de estos fenómenos no está claro. Una posibilidad es que el ánimo tiene un efecto de “arriba-hacia-abajo” sobre la visión tal que los procesos cognitivos de orden superior afectan las áreas visuales del cerebro. Alternativamente, el ánimo puede tener un efecto directo sobre las primeras etapas del procesamiento visual. Taylor Schmitz del “Laboratorio del Afecto y la Cognición” de la Universidad de Toronto y sus colegas tienen la hipótesis de que los estados emocionales positivos ampliarían el campo visual, mientras que los estados negativos tendrían el efecto opuesto. Para probar su hipótesis los investigadores reclutaron a 14 participantes y usaron imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI) para monitorear la actividad de la corteza visual mientras miraban varias imágenes.
Se les mostraron a los participantes fotografías de caras expresando emociones positivas, negativas o neutrales. Cada una se presentó durante dos segundos seguida de una imagen compuesta consistente en una cara en el centro rodeada de casas o lugares. La primera imagen de cada par sirvió para inducir un ánimo específico, se les pidió a los participantes que reportaran la emoción inducida por cada cara y también juzgar el sexo de las caras en las imágenes compuestas para que enfocaran su atención en el centro más que en la periferia. Este diseño experimental explotó el conocimiento del área fusiforme de la cara (FFA) y del área del lugar parahipocampal (PPA) que son activados selectivamente en respuesta a las caras y a lugares nuevos respectivamente, y ésto les permitió a los investigadores examinar directamente el efecto de estados emocionales positivos y negativos en la codificación de imágenes compuestas.
Los investigadores encontraron una fuerte correlación entre los ánimos reportados por los participantes y la magnitud de la respuesta PPA. El ánimo positivo inducido por las fotografías de caras fue correlacionado positivamente con un mayor procesamiento de lugares nuevos mostrados en las imágenes compuestas que le siguieron, como lo reveló la mayor actividad en el PPA izquierdo. En contraste, los ánimos negativos tuvieron el efecto opuesto – fueron asociados con una menor actividad PPA. En otras palabras, inducir un buen ánimo en los participantes causó un aumento en el rango de su campo visual, mientras que la inducción de un ánimo negativo redujo su campo visual.
Así, los ánimos positivos incrementaron la visión periférica e incrementaron el grado en el que el cerebro codifica la información en esas partes del campo visual, a la que los participantes no le pusieron atención. Contrariamente, los ánimos negativos redujeron la codificación de información periférica. Pero, ¿la visión periférica incrementada que ocurre debido a la inducción de un ánimo positivo se da a expensas de la visión central o “foveal”? Schmitz y sus colegas compararon la actividad FFA en las pruebas de inducción de ánimo positivo y negativo, pero no encontraron ninguna diferencia. La visión periférica incrementada que sigue a la inducción de un ánimo positivo, por lo tanto, no ocurre como resultado de sacrificar la visión central.
Evolutivamente, estos efectos se pueden explicar de la siguiente manera. Un ánimo negativo, como el miedo o la tristeza, causa que la atención de uno se enfoque en detalles específicos, a costas de la información en la periferia. Un ejemplo de ésto es el así llamado “efecto del arma”: aquellos que son testigos de un crimen en el que está involucrada un arma normalmente tienen un recuerdo disminuido de la apariencia del criminal, porque su atención se centra en el arma. El contenido emocional negativo del evento incrementa los procesos visuales por los que se perciben y más tarde se recuerdan los detalles específicos (el arma). Esto ocurre a expensas de información periférica irrelevante, que es suprimida o filtrada. Esos mecanismos servirían para incrementar la vigilancia de uno en una posible situación que amenazara la vida.
Por el otro lado, las emociones positivas amplían el rango del campo visual, conduciendo a una mayor amplitud de la atención; este nuevo estudio muestra que los ánimos positivos lo hacen al modular directamente el sistema visual para que podamos obtener acceso a más información. En psicología, la teoría de ampliar-y-construir sostiene que las emociones positivas aumentan el darse cuenta de uno y que esta perspectiva global promueve pensamientos y acciones novedosas. Este repertorio conductual ampliado a su vez conduce a un aumento de la creatividad y la inventiva.
Fuente: scienceblogs.com 8 de junio de 2009.
* Traducido por Alfredo Amescua. CEsIGue, Xalapa
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