Fragmentos del libro autobiográfico de Frederick S. Perls, M.D. Ph. D.
Cuando mejor me siento es cuando soy prima donna y puedo farsantearme alardeando de mi destreza en colocarme rápidamente en relación con la esencia de la persona y su predicamento. Sin embargo, debe haber otra faceta en mí. Cada vez que ocurre algo verdadero me siento muy conmovido y toda vez que me comprometo profundamente en un encuentro con un paciente me olvido completamente del auditorio y de su posible admiración y estoy todo ahí…
En cierta oportunidad Ernest Jones me calificó de exhibicionista… Verdad yo tenía algunas tendencias exhibicionistas, incluso sexuales, pero mis intereses voyerísticos fueron siempre mucho mayores… Más aún, no creo que mi necesidad de farsantearme se explique fácilmente llamándola una perversión sexual.
Estoy seguro que a pesar de todo el alarde que hago de mi mismo no me tengo en muy alta estima…
¿Tendré que llegar ahora a la conclusión de que la auto-glorificación es el interés genuino para el cual vivo, de que trabajo y me esclavizo en beneficio de la imagen del Gran Fritz Perls? ¿De que no me actualizo a mí mismo sino a un concepto de mí mismo?...
Ningún águila quiere ser un elefante, ningún elefante quiere ser un águila. Ellos se “aceptan” a sí mismos; se aceptan a ellos mismos. No. Ni siquiera se aceptan a sí mismos ya que esto significaría posible rechazo. Se dan por sentado. No, ni siquiera esto, ya que implicaría la posibilidad de ser otra cosa. Simplemente son. Son lo que son lo que son…
Dejemos esto a los humanos, tratar de ser algo que no se es, tener ideales que no se pueden alcanzar, estar condenados por el perfeccionismo para estar libres de críticas, y abrir así el camino a la tortura mental sin fin…
En vez de la plenitud de la persona entera tenemos la fragmentación, los conflictos, la desesperación no sentida de la gente de cartón…
“Dentro y fuera del tarro de la basura”.
En cierta oportunidad Ernest Jones me calificó de exhibicionista… Verdad yo tenía algunas tendencias exhibicionistas, incluso sexuales, pero mis intereses voyerísticos fueron siempre mucho mayores… Más aún, no creo que mi necesidad de farsantearme se explique fácilmente llamándola una perversión sexual.
Estoy seguro que a pesar de todo el alarde que hago de mi mismo no me tengo en muy alta estima…
¿Tendré que llegar ahora a la conclusión de que la auto-glorificación es el interés genuino para el cual vivo, de que trabajo y me esclavizo en beneficio de la imagen del Gran Fritz Perls? ¿De que no me actualizo a mí mismo sino a un concepto de mí mismo?...
Ningún águila quiere ser un elefante, ningún elefante quiere ser un águila. Ellos se “aceptan” a sí mismos; se aceptan a ellos mismos. No. Ni siquiera se aceptan a sí mismos ya que esto significaría posible rechazo. Se dan por sentado. No, ni siquiera esto, ya que implicaría la posibilidad de ser otra cosa. Simplemente son. Son lo que son lo que son…
Dejemos esto a los humanos, tratar de ser algo que no se es, tener ideales que no se pueden alcanzar, estar condenados por el perfeccionismo para estar libres de críticas, y abrir así el camino a la tortura mental sin fin…
En vez de la plenitud de la persona entera tenemos la fragmentación, los conflictos, la desesperación no sentida de la gente de cartón…
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