Leny Cortés Aguilar
A fines de marzo asistí al curso/taller “Manejo de conflicto” que impartió la Maestra Ann Duckles quien vino del Instituto Humanista de Psicoterapia Gestalt de Cd de México.
Desde la primera pregunta al grupo: “¿Quién te puso tu nombre? ¿Qué carga emocional contiene esto? ¿Crees que hubo algún conflicto?” Fue insertarme en un proceso de reflexión y sentimientos que duraron las 16 horas del taller. (Sugiero que te detengas un momento a contestar estas preguntas… y observa lo que sucede en ti y qué pasa en la relación con tu nombre…)
Aunque a veces es difícil reconocerlo, toda relación de profundidad tiene conflicto. “Le tememos al conflicto –dice Ann- porque hemos sido condicionados a creer que es malo no estar de acuerdo, discutir o pelear. Todos hemos experimentado los resultados de conflictos que nos han separado de otras personas y que han dañado nuestras relaciones.”
Va a haber conflicto cuando hay diferencias, y puesto que cada uno de nosotros es diferente, podemos esperar que el conflicto se presente en cualquier momento y, a veces, por una situación aparentemente poco significativa. Es parte de la vida.
La buena noticia es que sí se puede cambiar la manera en que uno enfrenta una situación así.
Durante el taller fue interesante ir poco a poco tocando un conflicto con alguien desde diferentes percepciones, hasta lograr reconocer qué de mí estaba puesto en éste, qué tanto el conflicto era con la otra persona o más bien era mi propio conflicto al poner cosas de mi en el otro desde una posición de rigidez interna (sin ignorar que, de la misma manera, el otro puede estar poniendo “lo suyo” en mi).
Uno de los momentos que me hicieron reflexionar profundamente fue la pregunta: ¿cuáles son tus privilegios? … mmm… “-privilegio es aquello que tienes por lo que no tuviste que hacer nada-“. ¡Ups! ¡Creo que nunca había pensado en ello! Y así, empecé a revalorar todos esos privilegios que de alguna manera había estado dando por hecho así nada más… Se dice que de nuestros privilegios surgen nuestros prejuicios y de ahí los conflictos. Cuando nos ubicamos desde nuestros privilegios, somos poco tolerantes ante el otro quien tal vez no cuenta con ese mismo “privilegio” y se mueve de otra manera por la vida (falta de empatía, podría decir…) en otras palabras, somos soberbios cada quien desde su postura.
Lo que nos falta es la capacidad de apreciar las diferencias, en este proceso aprendemos a apreciar al otro por lo que es, aprender a reconocer que cada quien tiene “sus propios lentes” que ha ido formando a partir de las experiencias de su propia vida. Entramos en conflicto cuando queremos “convencer” al otro de nuestra razón, de nuestra “verdad” y si te pones a pensar ¿cuál es la ganancia de que el otro me confirme lo que ya sé? Detesto perder porque en eso va mi prestigio.
El conflicto nos ocasiona sufrimiento. Nos causa angustia aquello que es diferente, ya que representa una incertidumbre, que mueve nuestra seguridad; causa sufrimiento el dudar de nuestra capacidad de enfrentar lo que es desconocido. Hemos perdido la capacidad de arriesgarnos a salir al encuentro con lo diferente. Y la terapia Gestalt propone explorar lo que ocurre en la frontera entre el otro y nosotros y buscar en conjunto qué podemos hacer con nuestras respectivas diferencias y así crear algo nuevo y, en ese proceso, crecer los dos.
Departamento de Investigación, CEsIGue
Comentarios
Publicar un comentario