Dr José Antonio Oceguera Ponce
A veces uno no alcanza a ver claramente lo que pasa alrededor de muchas cosas en la vida. El tiempo –en ocasiones– funciona como un gran aliado. Como un aliado que hace que no solo desaparezcan pesares, desencantos y fracasos sino también imágenes, ideas, pensamientos y sonrisas. Al final, el tiempo da enormes sorpresas. El resultado esperado por muchos en el paso de él, es el crecimiento, desarrollo y madurez. Los recuerdos –al final de los casos– solo son las cosas bonitas que deja la vida. Cosas que deja el tiempo a la vida para que defina si los humanos han vivido o no correctamente. Si en el balance de ella, si en el registro de cada quién, hay mayor peso a lo positivo. O lo negativo rasga los espacios prohibidos, se encima en los valores confundiendo que estos suelen ser tan diferentes, como diferente es la raza humana.
Desafortunadamente, también el tiempo puede ser un gran enemigo. Distorsiona imágenes y recuerdos. Cambia personas de lugar. Modifica sentimientos y maneras de ser. Hace que se olviden muchos elementos centrales en la vida de las personas. En una palabra, transforma mentes, corazones y espíritus. Deteriora los ojos casi de todos. Aquellos que ven bien les cambia las imágenes de un momento a otro. Como si los pasara de una calle a otra. Como si la vista principal se convirtiera del sol a la luna, del día a la noche, de la sonrisa a la tristeza. Así es la vida, blanca o negra en un instante; el tiempo….amigo y enemigo al mismo tiempo de nuestra existencia….
Aunque todos estos cambios en la historia humana significan crecimiento. Aunque es verdaderamente necesario enfrentar estas dos partes que te muestran y demuestran la fuerza y el poder del tiempo, es triste el resultado. Porque siempre se van con él muchas cosas necesarias en los placeres de un ser humano. Porque siempre con él se va el arte y permanece la ciencia. Porque mucho de lo que se va nunca lo podrás rescatar. Porque no tenemos aún los instrumentos para disfrutar lo abstracto, lo intangible, lo que le da forma a las historias, lo que respalda los valores, lo que recrea los sentimientos. ¡Las raíces en una palabra! Porque no podemos descifrar aún si lo que llena nuestra felicidad es producto del crecimiento y madurez, o bien de la naturaleza propia de la carne y el sentimiento. De la propia naturaleza que construye lo mortal.
Con el tiempo, las personas cambian, los trabajos se van y vuelven, las ciudades se construyen y reconstruyen con gente diferente. Los que crecían ya no están; han retomado su rol de adultos, de padres. Los adultos ya se fueron; a la vida le urgía lanzarlos, al tiempo olvidarlos. Su regreso solamente lo espera un alud de pensamientos centrados en la fe. En una fe que cambia, se transforma, se niega a tener alma humana. Los queridos son esperados en algún momento, en algún lugar, bajo ciertas circunstancias asociadas a un final feliz del mundo. Los no queridos subyacen enterrados en vida en espacios inmóviles. Porque cuando la vida se les va, difícilmente alguien recuerda que su tiempo existió.
También con el tiempo, pero más con la vida, algunas parejas se individualizan no solamente en forma sino también en pensamiento. Las familias evolucionan, muchas otras trascienden, las menos para unos, las más para otros, socialmente fracasan. Uno ya no es importante; uno ya no es la juventud, futuro inmediato de un país. Uno ya no es la esperanza viva de una familia, de unos padres sedientos por un triunfo escolar. Los papeles cambian. Y los abrazos y saludos al final de una jornada, se convierten en deberes, responsabilidades y necesidades recriminatorias del mal comportamiento. A qué vida; vida y tiempo, en vías tan angostas y tan cercanas que hace que muchos sino casi todos, pierdan su tiempo buscando tan solo una vida. Una vida propia que es de todos, que es de muchos y, que no es propiamente de uno…..
Uno se convierte en ese patrón que nos hereda la vida. Nos elige en experiencias vivas. En padres con hijos y sin ellos; al final los niños no ven la diferencia cuando en cuclillas alzan su cara y ven un rostro diferente al que emana su ingenuidad. También esa vida nos convierte en profesionistas con profesión y sin ella, aunque digamos que la tenemos. En sabios con sabidurías ancestrales o con sabidurías injustas y mediáticas. Finalmente, nos da un rol que además de no pedirlo nos impone como sabedores de la verdad y del ejemplo. De las recomendaciones que nadie pide; que nadie debe dar, mas bien. De las recomendaciones que no resultan en nadie más que en quién las piensa….
Con esto, con ese tiempo climático, con esos huracanes y ciclones imaginarios, con esos dramáticos cambios de piel y de voz, solo queda el fondo de uno. Triste fondo; fondo y nada a la vez. Aquel fondo en donde solamente permanecen vestigios de vida enterrados por el polvo, el viento, la lluvia. Aquellos vestigios que no pueden sacarse fácilmente a la superficie ni se pueden revivir en un abrir y cerrar de ojos. Aquellos vestigios que no pueden convertirse en experiencias jóvenes –inexpertas al fin– pero llenas de vida….
Y la razón más simple es que si pudiéramos regresar nuestra vida a nuestras imágenes angelicales. Si pudiéramos escudriñar y sacar nuestras pequeñas joyas, nuestros grandes triunfos, pero también nuestras grandes derrotas, el ser humano quedaría totalmente vulnerable….
Quizá es cierto, regresarían esas sonrisas, esas ingenuidades y la dicha de conocer de cerca las razones de esos errores cometidos en las primeras etapas de la vida. Pero el hombre y la mujer dejarían de serlo porque perderían sus vivencias; perderían su razón de existir. Abandonarían el momento de mayor ventura porque se detendrían en circunstancias claves. Perderíamos todos nosotros la experiencia de unir lo material con lo espiritual casi al final de nuestra vida. Se detendría uno en el acantilado de una vida eterna y solamente la vista disfrutaría un entorno divino, brillante al otro lado de la vida humana, en la otra orilla….. Lo humano permanecería…..lo espiritual lentamente nos dejaría….
Por eso pienso, es importante recabar los recuerdos, mantenerlos vivos y respaldar el hoy con toda esa historia, con toda esa ingenuidad, con toda esa alegría infantil. Por eso, es importante no rechazar la infancia y perder la juventud. Por eso es necesario no perder esas imágenes plegadas en un álbum familiar…..
Por eso es necesario rescatar los restos del sudor en nuestras manos dejados por papá o mamá. Por eso es necesario revisitar la tienda de la esquina aunque no exista, donde alguien con símbolo paternal o maternal nos sonreía invitándonos un garapiñado. Por eso es fundamental, tocar a nuestra imaginación y pedirle que nos compre el sentimiento, la voz y una caricia de un amigo (a), si el tiempo y la vida se encargaron de cancelarnos la puerta familiar, en donde alguien entregaba la mano de un padre y la sonrisa de una madre para apoyarnos….
Pero también es fundamental que haber vivido y crecido no se vuelva una costumbre, en una dinámica que envejece. No se vuelva en el atardecer del pensamiento, en la marchitez del corazón, en una seriedad montada tras bambalinas en una sonrisa eterna que nadie ve, que nadie conoce, que nadie disfruta. Sentirme viejo no es tan importante como serlo realmente. Vivir, vivir la vida debemos convertirla simplemente en vivirla. Con una existencia en ayer, pero también con una esperanza en mañana. Con una vista atrás, pero también con una visión por delante. Con una cara de eterno asombro, pero también una de enorme sorpresa que no inunde nuestros ojos y no bloquee nuestro pensamiento…
Por eso hoy tengo que poner mi vida en esa dimensión. Por eso el tiempo se queda ahí. Se queda esperando. Se queda planeando su paso y observando que la vida, mi vida la decido yo, la decide mi alma, la decide mi sentir. Por eso él ha decidido cargar con el ayer y el hoy. Por eso pasará como el viento. Por eso solamente arrancará la parte final de mi vida; una vida final que le faltará un sueño para que nunca deje de serla. Y si deja de serla, se convertirá en una imagen. En una que muestre mi sonrisa, en una que guarde mi experiencia, en una que resista hasta el final conservar más allá de la vida, un tiempo atado a una vida….mi vida….
JAOP/ 12 de junio de 2009
* Profesor en el Doctorado en Psicoterapia Gestalt Relacional, CEsIGue
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