Juan Roberto Cervantes Vazquez
La intimidad es un concepto que generalmente se relaciona con la vida sexual, pero plantearla de esta manera sería reducirla, sería despojarla de su amplitud y sus implicaciones dentro del desarrollo personal. Para comenzar a tratar el tema se hace preciso definir qué es la intimidad; para fines de este escrito es el espacio intrapersonal semi-cerrado que una persona crea y posee, es donde se depositan aquellos pensamientos, sentimientos, circunstancias que selectivamente se guardan y se comparten; son aspectos muy propios que están allí para dar a otro, seleccionado por alguna razón válida, por la propia persona. Aparentemente, es una dimensión impenetrable pero en realidad es “democratizable” (o compartible), de no existir este último factor estaríamos hablando de algún tipo de resistencia, tal vez neurótica, y no de intimidad, el espacio intrapersonal se vuelve más un secreto al no tener su cualidad de socialización selectiva.
El aspecto íntimo construido por la persona se puede catalogar como algo cerrado y abierto a la vez. Es necesario en la existencia humana ya que provee una parte importante de las fronteras existenciales de una persona, moldea en parte su forma de ser dando bases firmes sobre las cuales posar el pensamiento, el sentir y el actuar; con esto podemos observar que la intimidad también puede contener valores e ideas que pueden expresarse de manera explícita o implícita a través de gustos, preferencias, filias o fobias que, sin duda, despertarán emociones en la persona y, de alguna u otra manera, afectará su entorno. Con lo escrito en las líneas anteriores se puede inferir que todos, bajo determinada circunstancia, expresamos parte de nuestro espacio intrapersonal, la cualidad de socialización selectiva desaparece y ya no se escoge una persona en particular, emerge en una situación; es decir que comienza a fluir dentro de un conjunto de circunstancias determinadas que permiten la creación de la intimidad, ya sea que esto se haga de manera consciente o inconsciente.
La relación con otro o con el mundo es lo que permite salir del secreto, lo que hay en ese mundo interno para ponerlo en juego, su externalización selectiva permite la interacción en un área más profunda y auténtica de lo que se es; esto me lleva a realizar una pregunta ¿el ser humano, en la sociedad moderna, tiene intimidad en sus relaciones o domina su intimidad en las relaciones? De antemano se debe mencionar que no en todas las relaciones se puede crear intimidad, esto depende del campo donde se da la interacción, recordemos que se da de manera selectiva de tal manera que hay que tomar en cuenta los campos, roles y funciones que aparecen en las interacciones humanas.
El verdadero problema de la persona, desde esta perspectiva, surge cuando la función y el rol se anteponen a ella misma en todas las áreas de la vida cotidiana, la persona se auto-contrae a un determinado papel y no toma otro creando fronteras de contacto rígidas que no permiten la interacción con otras personas en distintos niveles; de esta forma podemos ver mujeres que al tener un hijo adoptan el papel de madres con tal intensidad que ese mismo rol lo llevan con sus parejas, amigos, padres y hermanos. La persona es dominada por un modelo o ideal impidiendo la manifestación de su yo auténtico o total; la intimidad, en estos casos, emerge de manera más clandestina que selectiva, ya que se manifestará de forma circunstancial e inconsciente bajo el velo del desconocimiento propio y sin una correlación entre lo que soy y el mundo.
La idea del auto-control emerge sutilmente para posarse sobre el espacio intrapersonal y evitar su manifestación, se recurre entonces a la auto-represión emocional, de acción e incluso de pensamientos y deseos; la creación de la intimidad se hace difícil ya que la capacidad de compartir (en diferentes niveles) no ha sido fomentada o ha sido menospreciada. Esta problemática puede tener orígenes muy diversos como las causas familiares, experiencias personales, hechos que marcaron nuestras vidas o modelos socioculturales de nuestro contexto cotidiano; pero para el caso del pensamiento occidental la dificultad para crear intimidad se puede rastrear en una de las bases del pensamiento moderno que es la competencia, no es que en sí esta sea un aspecto negativo del desarrollo humano, pero se puede llegar a convertir en un freno existencial importante en la medida en que se mezcla con la idea de vulnerabilidad creando una visión amenazante y de necesidad de dominio del mundo.
En este panorama la función se antepone a la cualidad dando como resultado relaciones más basadas en el dominio y el control, como ejemplo de esto podemos reflexionar sobre cómo lo masculino generalmente se impone a lo femenino quedando éste bajo prejuicios e ideas de menosprecio; la relación que se entabla se da entonces con un nivel muy bajo de profundidad, con significados ambiguos o poco claros donde lo más presente será un fenómeno disonante.
Con el actual ritmo de vida pareciera que ya no hay lugar para establecer lazos profundos con el entorno, este se ve con fines utilitarios quedando al servicio del ser humano; la relación se vuelve superflua sin concebir o aceptar una posible trascendencia pasando de la horizontalidad a una interacción vertical de sometimiento. Es entonces cuando la idea de poder cobra importancia para cualquier proceso psicoterapéutico, ya que esta trasciende desde la infancia el nivel discursivo para volverse algo vívido en la cotidianidad. La persona basa el manejo de su vida en modelos e idealismos que la hacen recurrir al auto-control para mantenerse lo más cerca posible de estos, es decir se crea una imposición que puede, o no, traer un sufrimiento a la persona por la indiscutible afectación que este aspecto trae a su vida.
Bibliografía
Fromm, E. 2009. ¿Tener o ser? México: Fondo de Cultura Económica.
Giddens, A. 1998. La transformación de la intimidad. Sexualidad, amor y erotismo en las sociedades modernas. Madrid: Ediciones Cátedra.
Sánchez, E. 2007. Abismos. Erotismo, poder, transgresión. México: Laberinto.
Comentarios
Publicar un comentario