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Tres pasos para la atención plena cotidiana:

Una práctica casi para cualquier parte.

Por Gordon Shippey

Las palabras “atención plena” (mindfulness en inglés) pueden evocar imágenes de prácticas de meditación exóticas y lugares distantes. Hay docenas, si no cientos, de tradiciones y prácticas basadas en la atención plena. Pero cuando les quitamos las túnicas azafrán, el incienso, los cantos y los gurús, lo que nos queda es un estado mental que está al alcance de todos nosotros. Estas son algunas formas simples para lograr y expander la atención plena en la vida cotidiana.

En resumidas cuentas ¿para que sirve la atención plena?

Para aquellos que apenas empiezan a explorar la atención plena es importante definir el término y por qué vale la pena desarrollarlo. Una de las maneras más fáciles de entender la atención plena es observar su ausencia. Cuando escuchamos que alguien “esta en el espacio” o “está disperso” esto es muy cercano a lo opuesto de atención plena. Su atención está separada de lo que es lo más importante y lo que seguramente se pierde con distracciones constantes ya sea en su propia mente o en el entorno que los rodea.

La atención plena, por el otro lado, es algo que casi todos experimentan en cierto grado de tiempo en tiempo. La característica más importante de la atención plena es que la atención se dirige constante y conscientemente a algo en particular. Los pensamientos que compiten y distraen parecen desvanecerse. Parece que el tiempo vuela. Puede que ya hayas experimentado esto al aprender a tocar un instrumento musical, o al leer un libro favorito, o al escuchar música. Otro efecto menos frecuente de la atención plena es perder el sentido de uno mismo. Aunque esto puede parecer extraño, míralo de esta manera, cuando estás aprendiendo a manejar un auto, estás muy consciente de pisar los pedales, hacer los cambios con la palanca de velocidades, darle la vuelta al volante. Después de un rato, dejas de pensar en estas actividades y se vuelven automáticas. De una manera muy natural y común, dejas de ser una persona controlando un automóvil y empiezas a sentir el carro como una extensión de tu propio cuerpo. Tu atención está en lo que el carro está haciendo y no en cómo estás haciendo que suceda.

De una manera más práctica, la atención plena promete un estado mental que está preparada tanto para lograr como para disfrutar. Si puedes librar de distracciones a tu mente, ¿qué tan más fácil sería lograr lo que deseas? Mientras que los diagnósticos de TDA son muchos, frecuentemente me pregunto si una causa puede ser la falta de conocimiento y la práctica de cómo dirigir la atención. Los primeros resultados de las investigaciones muestran que un entrenamiento en atención plena puede ser efectivo contra el DTA.

La gente gasta mucho tiempo y dinero tratando, finalmente, de sentirse mejor emocionalmente o de sentir las emociones negativas con menos intensidad. La gente bebe, se va de compras, juegan video juegos, comen en exceso, y otras miles de actividades con el propósito de sentirse mejor aunque sea parcialmente. La atención plena ofrece una ruta más directa para obtener ese resultado, sin crudas o deudas en la tarjeta de crédito.

Un ejercicio de atención plena para la vida cotidiana en tres pasos:

1. Escoge algo en que enfocarte.

No se necesita asignar tiempo extra para desarrollar la atención plena. Escoge alguna actividad que ya hagas. Es mejor si te enfocas en una actividad que hagas constantemente. Ya hablamos de manejar. También puedes escoger una tarea repetitiva y solitaria en el trabajo, hacer la limpieza de la casa o simplemente caminar. Se lo que sea que escojas, trata de eliminar tantas distracciones externas como puedas. Apaga el radio del carro, pon tu teléfono en silencio. Trata de estar en algún lugar donde nadie te moleste.

2. Concéntrate en lo que elegiste.

Eso es. Sólo has lo que de todos modos estás haciendo, pero esta vez, ponle toda tu atención.

3. Experimenta perder y recuperar la atención plena.

Aquí es donde se pone interesante. Te garantizo que segundos después de que empieces tu práctica de atención plena, algo que no esté relacionado con lo que estas haciendo entrará en tu conciencia. Puede ser un pensamiento (¿Me acordé de pagar el teléfono?) o un sentimiento (tal vez impaciencia) o una sensación física (tal vez un dolor de espalda). Así que si el paso dos te pedía concentrarte sólo en la actividad que estabas haciendo, ¿significa eso que fallaste en la atención plena? Para nada…

Lo que resistes se hace más fuerte.

El meollo del entrenamiento de atención plena es manejar hábilmente cualquier cosa que surja que no sea parte de lo que estás enfocado. Hay dos errores comunes de los principiantes. El primer es perder el enfoque totalmente y perderse en una corriente de pensamientos desenfocada. La segunda es tratar de expulsar a fuerzas de tu mente cualquier distracción. Mandar a volar las distracciones parece algo directo y lógico, pero un hallazgo fundamental de aquellos que practican la atención plena es que a lo que te resistes se hace más fuerte, así que tratar de no pensar en que tan enojado estás con tu ex seguramente hará que la ira sea más fuerte y que dure más.

Hay muchos métodos para manejar las distracciones en diferentes prácticas de atención plena, pero la manera más común es simplemente notar la distracción y suavemente regresar al enfoque. La suavidad es un concepto clave. Puedes encontrar que cada vez eres menos duro y menos crítico de tus pensamientos conforme se empeñan en sacarte de foco. Conforme aprendas a ser más suave contigo mismo, te puedes dar cuenta de que las distracciones se desvanecen más rápidamente, y los tiempos entre interrupciones empiezan a crecer. Regresando al ejemplo de manejar, incluso en una calle recta, siempre estás haciendo pequeñas correcciones con el volante para mantenerte en tu carril. Conforme desarrolles tu práctica de atención plena, observar las distracciones y regresar a la actividad en la que te enfocas muchas veces cada minuto se puede convertir en algo tan automático como mantener el carro en el carril. Una vez más, la meta no es no tener distracciones, sino manejarlas hábilmente cuando inevitablemente se presentan, ya sea una a la vez o varias.

Más frutos de la atención plena.

Con el tiempo la atención plena da más recompensas que sólo la habilidad para enfocarse y lograr. Aprender a ponerles atención y luego dejar ir los pensamientos negativos demuestra que mientras que no podemos tener mucho control sobre cuando surgen las emociones negativas, lo que hacemos con esos sentimientos malos puede determinar que tanto tiempo y que tan profundamente sufrimos sus efectos.

Al observar como surgen y se disipan las distracciones, y al ser testigos de los huecos vacíos entre las distracciones, la gente que practica la atención plena frecuentemente llega a darse cuenta visceralmente que sus pensamientos son tan temporales y transitorios como la niebla matutina. Sin embargo, la consciencia no está hecha de pensamientos, ni depende de pensamientos, sino que puede persistir incluso en su ausencia. Residir en este estado de “consciencia pura” es una meta más avanzada de las técnicas de atención plena.

¿Quieres saber más?

Como describí anteriormente, la atención plena puede ser algo que puedes agregar a tu vida diaria sin que interrumpa tus actividades. Sin embargo, si quieres dar el siguiente paso, las cintas de meditación guiada pueden ser una introducción a prácticas más intensivas. Hay muchos programas disponibles.


Fuente: http://counsellingresource.com/features/2010/08/25/everyday-mindfulness/?utm_source=feedburner&utm_medium=feed&utm_campaign=Feed:+psychology-philosophy+(Psychology,+Philosophy+and+Real+Life)
25 de agosto de 2010.

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