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Violencia conyugal 4.

Las mujeres que han sido víctimas de maltrato conyugal: tipos de violencia experimentada y algunos efectos en la salud mental

Ma. Teresa Saltljeral•
Luciana Ramos•
Miguel Angel Caballero•

Violencia psicológica

La violencia psicológica confluye con la violencia física, en las mujeres que viven en un estado de "atrapamiento" difícil de abandonar. Poco a poco, los golpes, no necesitan ser dados/ejercidos sino que con sólo intimidarlas, devaluarlas o manipularlas, el hombre puede controlar a la mujer.

"Eventualmente él puede salirse con la suya por una modulación en el tono de la voz y su expresión facial. En este sentido, la violencia es una estrategia de intimidación ( ... ), que un hombre 'selecciona' conscientemente, pero que también representa un acto impulsivo, expresivo" (10).

La violencia psicológica se consideró como un patrón repetitivo de acciones u omisiones que buscan controlar, devaluar y aterrorizar a las mujeres. Estas acciones u omisiones toman diferentes formas en las cuales se involucra implícitamente la intención de provocar ciertas emociones. Los testimonios relatan que las mujeres maltratadas suelen experimentar miedo, terror, ira, culpa y vergüenza, entre otras cosas. Estas emociones parecen presentarse no solamente en los episodios de violencia física, sino que se vuelven recurrentes, ya que entre uno y otro episodio se hacen también manifiestos.

Cabe recordar las propuestas de Walker o de Dutton y Painter, que consideran estos aspectos, principalmente, en términos de la posibilidad que perciben las mujeres de volver a ser maltratadas físicamente. La violencia psicológica suele percibirse como impredecible e irracional. En el análisis de las entrevistas, las mujeres mencionaron diversas formas de maltrato psicológico que no necesariamente son excluyentes, sino que con frecuencia se combinan y, además, acompañan a las manifestaciones de violencia física y sexual, de modo que ocurren tanto en el momento en el que se presentan como en el contexto general de la relación cotidiana.

En el cuadro 7 se observan las diversas formas que toma este tipo de violencia. Las más frecuentes son la intimidación o las amenazas, seguidas por otras conductas cuya intención es minimizar, negar o culpar: insultar, devaluar controlar, chantajear y prohibir. Cabe enfatizar que a este respecto fueron de suma utilidad las aportaciones que Carden (3) presentó para categorizar las formas de violencia que el hombre ejerce en contra de la mujer.

La intimidación y las amenazas las definimos como la forma de provocar miedo o terror por medio de gestos, verbalizaciones y acciones. Este miedo puede referirse a la simple posibilidad que percibe la mujer de que el hombre se enoje, o a que la amenace con golpearla o matarla (aventarla al metro, acercarla a la ventana, aventarla a una cisterna), o con suicidarse él.

Los testimonios de Sara y Rosa demuestran estas formas de intimidación:

"Pero hasta ese grado; así, de quererme hacer sentir así ... de espantarme ... era de espantarme.. . el problema era ese ¿no?, que si algo no le gustaba, a lo mejor, no sé, no tengo una idea ahorita de que podía ser ... pero se exaltaba, violento ... a gritar, a decir, a manotear, a espantarme; me espantaba con movimientos bruscos, que te digo, me quedaba paralizada, no sabía que hacer... no sabía como defenderme".

"Incluso yo me acuerdo que, me daba hasta miedo, porque cuando a veces estábamos en el metro y se ponía así, bien violento, haz de cuenta que me decía: 'ahorita los dos nos vamos a ir y ya se va a acabar todo' te lo juro ... "

Las amenazas de retaliación son otra forma de intimidación con la que la mujer se siente atada al hombre, que le impide acusarlo o hablar de él con los demás, tal y como lo relata Rosa:

"Temía que él se fuera a desquitar con mis hijos, sí, porque yo sabía que ... si yo lo acusaba, o ... él me decía: 'tendrás el gusto de meterme a la cárcel uno o dos días, pero el día que yo salga me conoces'. Sí, a base de amenazas me ... me tenía, entonces ... pues la verdad es que, yo decía, algún día va a llegar la forma en que te vayas o yo me vaya".

Minimizar, negar o culpar a la mujer, es una forma de violencia psicológica en la que, de acuerdo con la conceptualización que hace Carden (3), se entiende como la manera en la que el hombre trata de hacer menos importante lo ocurrido, o niega haber maltratado a su esposa, y en caso de aceptarlo, acusa a la mujer de haberlo provocado con alguna actitud o gesto, justificando así su falta de control. El esposo de Diana frecuentemente la culpaba de ser ella la que provocaba la violencia:

"Me acuerdo que me dijo 'ay, estas hablando con alguien, eres una loca '. Estábamos en una discoteca con amigos de él, entonces, si él se iba al baño y yo tenía a una gente que él lo había sentado en la mesa, pues yo platicaba. Entonces él me dijo, 'ay, te estas poniendo de acuerdo con esta persona' y me dijo 'vamonos' y afuera en la calle me empezó a dar de cachetadas, pero como nunca me había pasado algo así en mi vida, yo decía '¿qué es esto?' y yo le decía 'no, te lo juro que no es lo que crees ... ' O sea, yo me justificaba ¿no? .. pues no me dolían los golpes físicos, me sentía muy o sea 'no no no puede ser posible, si yo no he hecho nada malo', o sea que yo me sentía culpable. Me dije '¿qué hice?' o sea '¿qué hice mal, qué pudo haber pensado él mal ... ?'"

No es menor la frecuencia con la que se busca devaluar, humillar o demeritar el valor de la mujer. Estas verbalizaciones se presentan en forma de gritos groserías, gestos o expresiones para hacer sentir a la mujer que no vale o que no sirve para nada, como "eres una usada" "ya estás muy vieja", o hacerla creer que lo que piensa o hace es de ínfimo valor. Correrla de la casa y burlarse de las cosas que son importantes para ella, hostigándola en lo que es más vulnerable o traicionando su confianza y burlándose de sus confidencias. Irma nos relata cómo llegaron los insultos a tener un significado negativo en su vida.

"¿ Qué me dice .. ? o sea ... bueno, me insulta: 'que no valgo nada, que él vale mucho, que yo ... ' o sea, que él cuando quiera me corre, que... bueno, ya sabes. O sea, te apachurra, o sea 'no vales nada, eres una idiota', y 'eres una imbécil, eres una pendeja', o sea, insultos ... maldiciones ¿no?. Y entonces no me duelen tanto porque además, digo 'te duelen en la medida en que te las creas ¿no? Lo que me duele es la situación... o sea el decir '¿porqué estoy aquí? .. ' Así como que te sientes en un cuento y dices 'no es cierto, no puede ser así ... no " ... Me ha insultado muchísimas veces, se ha burlado de mí ... de mi familia poco, pero sí alguna vez. No te quiere tu mamá, pues yo tampoco' ... cosas así, 'no vales nada, no sirves para nada', 'no me apoyas' cuando tú sabes que todo el día buscas apoyarlo, o sea hace quince días te dormiste a las cinco de la mañana para ayudarlo a hacer un trabajo, cosas así ... "

El control de la vida y actividad de las mujeres, con o sin celos evidentes, representa una forma de violencia psicológica ejercida con base en una serie de prohibiciones directas o indirectas. Cabe señalar que dos de estas mujeres dan cuenta de situaciones de control extremas que parecen manifestar problemas de celotipia en el hombre, es decir, de celos exagerados y constantes que no tienen que ver con una situación real.

Esta incluyó formas como: vigilarla por teléfono varias veces al día, ir a comprobar en dónde está la mujer, preguntarle todo lo que hizo en el día, controlar el tiempo que debe utilizar para llevar a cabo sus actividades, etc. Estas formas de violencia fueron muy exageradas en dos de estas mujeres. En el caso de Irma, su esposo también controlaba los "detalles", lo cual se convertía en una gran preocupación cuando con frecuencia se han experimentado graves consecuencias:

" ... Haz de cuenta que no podía tener números de teléfono; cualquiera de los que se pueden anotar en un cuaderno de teléfono, de una amiga... Si él me veía hablando por teléfono, me decía, 'con quien estabas hablando, te estuve espiando ... ' era algo de lo que me acuerdo y que me daba una angustia ... todo tenía importancia porque yo me tenía que preocupar hasta de no ir a comer enfrente pues todo el tiempo me estaba checando... Me decía, 'no te salgas de ahí porque te vaya hablar ... ' antes daba la vuelta a la manzana para hacer un poco de ejercicio pero dejé de hacerlo para que él no llegara a pensar mal; me preocupaba el más mínimo detalle. Los teléfonos de mis amigas los tenía, bueno es que también me entró una enfermedad, en la suela de los zapatos ... porque también el decía que mis amigas eran de lo peor y que presentaban hombres; todo el mundo era muy malo ... "

Continuará

• Investigadores de la División de Investigaciones Epidemiológicas
y Sociales. Instituto Mexicano de Psiquiatrfa. Calz. México-Xochimilco
101. San Lorenzo Huipulco. 14370, México. D.F.
Palabras clave: Mujeres golpeadas, salud mental, género.

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