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Adolescencia, carácter y adicciones 1

Guadalupe Amescua V.
Directora del CESIGUE

Sabemos, con tristeza, que el problema de las adicciones va creciendo y creciendo en nuestro país y en el mundo. No sólo del consumo de sustancias, sino de la adicción a juegos, sexo, compras, internet, trabajo. Tal auge se ha vuelto una forma de vida, un estilo que ya casi se ve como normal, como una forma de ser y de estar en nuestro mundo y de relacionarnos con otros.

Al hablar de una forma de ser, de un estilo de percibirse a uno mismo y al mundo, y de relacionarse estamos definiendo el carácter.

Por otro lado, el discurso se dirige al adolescente con adicciones: él es el adicto, el chico problema, los que consumen, los que están en riesgo, y por lo tanto, las acciones tanto de prevención como de atención se dirigen básicamente a los chicos, dejando fuera a los padres.

Intervenir en adicciones entonces, va más allá de ver la dependencia a una sustancia o actividad, es importante entender que se ha vuelto ya un estilo de ser, que es un síntoma de la forma de relacionarse, de percibir el mundo y de solucionar situaciones internas y externas. Esto se conoce de dos formas: en el aspecto psicológico se denomina el carácter, y su fundamento neurobiológico son las funciones ejecutivas.
Más que hablar de adicciones, yo lo haré sobre el carácter, las funciones ejecutivas y los padres.

El carácter

Qué significar ser caracterológico. Para Norman Shub, ser caracterológico es tener una forma rígida en la manera de ser. Esto es, hacer continuamente, una y otra y otra vez lo mismo, debido a que no se tienen alternativas, no se ha aprendido o desarrollado otra forma de ser o hacer.

Sabemos que los chicos con adicciones, además tienen otros conflictos como: mentir, robar, no obedecer reglas, no mantener relaciones estables, problemas escolares, irresponsabilidad generalizada,…. Todo esto es una forma de ser, una manera de estar en el mundo, y que aun cuando puedan romper el patrón de adicción estos comportamientos permanecen.

El carácter es la forma de actuar en el mundo, es algo que se vuelve cotidiano, que consideramos que es ya una parte nuestra, que no puede cambiarse, la persona dice “así he sido siempre, ya es mi naturaleza”. Una parte de cómo somos es hereditaria, es lo que se denomina el temperamento, pero otra parte se va desarrollando a través de la relación, principalmente con los padres: el niño observa cómo actúan los padres como personas, cómo son como padres y cómo interactúan entre ellos como pareja. El niño los observa, y va moldeando su forma de actuar. El carácter debe ser flexible, adaptable a las situaciones, tener la posibilidad de reaccionar de diferentes formas, tener alternativas. Cuando el carácter se rigidiza, se reacciona de una sola forma en situaciones similares. Por ejemplo, si el chico tiene un carácter rígido en el rasgo de honestidad, cuando necesite responder a una situación lo hará mintiendo, sin importar si es en la escuela, en la casa o con sus amigos; este rasgo de deshonestidad también se puede manifestar en otros comportamientos, como robar, prometer cosas y no ser capaz de cumplirlas, hacer trampa. Les es difícil pensar que hay otras formas de hacer las cosas, o simplemente no existe en su repertorio otra forma de hacerlo.

La persona que tiene el problema de carácter generalmente justifica que está bien ser así, o que ha sido de esta manera toda su vida, que ya “así es”, por lo que será difícil pensar en cambiar o en pedir ayuda a este respecto. O bien en el mejor de los casos, puede darse cuenta, querer cambiar, prometer que va a hacerlo, y lograrlo por un tiempo breve. Pero cuando se encuentra frente a situaciones extremas, nuevamente volverá a repetir el repertorio limitado de comportamiento.

Convivir con una persona caracterológica es difícil. Los que más sufren el carácter son los que están a su alrededor. Cuando se vive con un chico deshonesto, poco a poco se va perdiendo la confianza en él. Todo lo que diga o haga ya no será posible creerle, y esto irá dificultando la relación de él con otras personas, quienes se sentirán heridas, defraudadas y tenderán a irse alejando emocionalmente.

De la misma manera, si el chico es irresponsable, este rasgo puede manifestarse con diversos comportamientos como: no realizar tareas que se le asignan, ya sea en casa o en la escuela, perder cosas, no llegar a casa a la hora, no cumplir compromisos, dejar plantados a los amigos, reprobar en la escuela. A la vez este rasgo de responsabilidad está relacionado con el rasgo del cuidado a sí mismo y a otros (inversión). Si éste es un rasgo que se ha rigidizado, es muy importante en el problema de adicciones, ya que ciertamente los chicos no tienen la capacidad de cuidarse, se ponen en riesgo de muchas formas, y también a otros.
La forma en que estos comportamientos caracterológicos afectan a las personas con las que se relacionan puede ser fácil de pensar. Convivir con un chico que no se responsabiliza prácticamente de nada, que no es capaz de cuidarse a sí mismo ni a otros, y que es deshonesto en diferentes formas, hace que la relación se vaya deteriorando y por lo tanto cada vez sea más difícil de saber qué hacer, llevando a los padres a la impotencia o a tomar acciones que solamente complican la situación.

Resumiendo, los principales rasgos que están involucrados en el problema de adicciones son los siguientes: honestidad, responsabilidad, respeto y capacidad de cuidado de sí mismo y de otros. Por ello, aun cuando dejen de consumir sustancias, en muchos de los chicos se verá que siguen teniendo problema en comprometerse en actividades, y sobre todo de cuidar de ellos mismos en cosas que podrían ser importantes para su desarrollo personal, académico, profesional.

Continuará

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