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Meditación: Ondas Cerebrales y Bio-retroalimentación 3

Después de lo ya dicho, nadie podría suponer que el Zen y el misticismo no son sino formas de autohipnosis. La persona en trance hipnótico no necesariamente entra en dilatados períodos alfa. Sus ritmos cerebrales son más o menos como los de cualquier persona en vigilia o trabajando. Tampoco se puede decir que el Zen es solamente una forma de sueño liviano. Es obvio que el practicante de Zen, como cualquier meditante, podrá dormitar de tiempo en tiempo; pero, si lo hace, habrá un cambio en el EEG.

Otra conclusión interesante es la que se puede hacer entre la consciencia Zen y la consciencia Yoga. Para el observador superficial, estas dos prácticas son exactamente lo mismo. Ambas son silenciosas, supraconceptuales, unificadas, sin imágenes, sin palabras, más allá del pensamiento. Además, en ambas
el meditante produce ritmos de alta amplitud alfa. Pero allí termina el parecido. Los experimentos con EEG han mostrado que, al producir un ruido el meditante Zen lo oye, si se hace destellar una luz, la ve, si se le clava un alfiler, lo siente. Esto es porque su meditación está mucho más conectada con el aquí y el ahora, con una total presencia en la realidad. En cambio, cuando el yogui entra en una muy profunda meditación, no escucha, no ve y no siente nada. Tanto es así que el Dr. Green dice: «el control de la atención alcanzado por el sujeto es tan intenso que ni siquiera las luces destellantes, el sonido del gong, vibraciones o el roce de tubos de ensayo calentados, podría romper el estado de concentración y producir bloqueo alfa».

El Dr. Elmer Green ha efectuado fascinantes investigaciones sobre las series alfa y theta en la Fundación Menninger en Kansas. El asocia la serie alfa-theta con lo que llamó «reverie», un estado de somnolencia que se produce cuando la mente va hacia el sueño o la inconsciencia y que se caracteriza por la presencia de imaginería hipnagógica como la de los sueños. Sus sujetos aseveran que esta imaginería es más vívida que la de los sueños, porque es más realista. Estas imágenes eran diferentes para cada individuo, pero compartían ciertas características. Eran imágenes similares a las soñadas, una imaginería hipnagógica que emergía como empujada por el viento, por decirlo así, sin intención consciente: vívidas visiones de gente, escenas, objetos conocidos o no por el sujeto. Eran cambiantes, como si se estuviera proyectando una serie de diapositivas en una exhibición privada en el teatro de la mente.

Parecería que la mente está llena de imaginería inconsciente de la que normalmente nada sabemos. Y ahora el propósito de los investigadores es hacerla consciente: llevar a la gente a un estado en el que – por así decir – el inconsciente sería iluminado en beneficio del consciente. En experimentos de laboratorio el Dr. Elmer usa ciertos estímulos para hacer que la gente se dé cuenta de la imaginería hinagógica latente en la mente. “Muchos informaron que, si no hubiera sido por los estímulos, no habrían sabido de estas imágenes. Un sujeto dijo que el estímulo provocó súbitamente en él un darse cuenta de pequeños cuadros presentes en su mente que él no sabía que estaban allí.”



En orden a darse cuenta de la imaginería hipnagógica, puede ser necesario producir varias ondas cerebrales al mismo tiempo. Esta parece ser la opinión del Dr. Green. Hablando de un swami a quien examinó, comenta: «Orando, el swami produjo ondas alfa, pero no dejó de producir beta. Y cuando produjo theta, tanto alfa como beta se mantuvieron cada una cerca del 50% del tiempo. Del mismo modo, cuando produjo delta, también produjo theta, alfa y beta, durante un porcentaje de tiempo relativamente alto. Probablemente, esto nos dice algo importante. Puesto que alfa es un estado consciente, puede ser necesario retenerlo cuando se produce theta, si se desea estar atento a la imaginería hipnagógica que a menudo está asociada con theta».

De esto obtenemos un fascinante cuadro de la mente humana llena de imaginería por mucho tiempo inconsciente, pero que puede ser llevada a la consciencia entrando en estado theta y recibiendo algunos estímulos para incrementar el darse cuenta de ello, y para asegurar que en el tiempo del estado theta los ritmos alfa y beta se mantengan.

Ahora esto puede perfectamente confirmar una técnica muy antigua para llevar a la gente a la iluminación. En el Zen el estímulo es la palmada en la cara o el grito o la palabra dura o alternativamente la suave caída de la flor de durazno o el sonido de la campana del templo. Como sea, normalmente es necesario un estímulo para hacer madurar la iluminación de una persona y hacerla consciente de lo que ya está en su mente. Porque está ya iluminado y el estímulo lleva a la superficie lo que estuvo allí todo el tiempo. Debería recordarse que, según una teoría budista, todos estamos ya iluminados por la posesión de la naturaleza de Buda ¿y acaso no dice el Génesis que el hombre fue creado a la imagen de Dios? Todo lo cual puede ser una clase de iluminación con la que el hombre nace. En cuanto al Nuevo Testamento, parece elevar el Bautismo a la categoría de gran iluminación. El entrenamiento espiritual sería el arte de guiar a una persona a la realización de lo que ya posee. Esto puede tener mucho que ver con la realización y comprensión consciente de la imaginería hipnagógica que llena la mente con su riqueza y profundidad.

Una cosa que le interesa al Dr. Green es la relación de esta imaginería theta hipnagógica con la creatividad. Es bien conocido que la creatividad de los poetas, artistas, escritores y científicos está frecuentemente ligada a los sueños o a estados similares al sueño. Todos hemos escuchado historias acerca de escritores que despiertan en la noche y garabatean furiosamente sus grandes intuiciones, o de matemáticos y científicos gritando “¡Eureka!” en el silencio de la noche o al momento del despertar. Elmer Green cita al químico Kekulé quien urgió a sus contemporáneos: “Caballeros, permitámonos aprender a soñar.”

Y esto no deja de tener relevancia para la meditación. No es del todo raro para la gente religiosa recibir profunda iluminación en esa zona crepuscular entre el despertar y el sueño, o a alguna hora de la noche. Es el momento en que la mente consciente está abierta a recibir comunicaciones de la prolífera matriz del inconsciente.

El Dr. Green visualiza la posibilidad de entrenar a la gente para la creatividad a través de theta. Gente talentosa puede aprender a desarrollarse en aquella área en la que son creativos mediante el aprendizaje del ingreso a los estados alfa-theta. Artistas y escritores frecuentemente buscan métodos para estimular la creatividad y aquí puede haber una respuesta. El Dr, Green escribe acerca de «desarrollar un programa de entrenamiento a través del cual los individuos podrían ser ayudados a desarrollar y mantener aquellos estados internos asociados con ritmos de baja frecuencia alfa y theta, en los que a menudo aparece imaginería hipnagógica, y desarrollar un método que nos capacite para llevar a alguien a un estado tal de atención enfocada que no sólo pueda informar de la imaginería sino que pudiera aprender a manipularla de manera creativa».

Todo esto nos lleva a la importante y delicada pregunta: ¿hasta qué punto se podría desarrollar la meditación religiosa y la creatividad religiosa mediante el uso de la bio-retroalimentación? ¿Podrían los grupos religiosos utilizar estos mecanismos para enseñar a sus aspirantes el control mental, ayudándolos a producir series de alta amplitud alfa-theta? Debo confesar que mis sentimientos naturales quedan algo sacudidos por la idea; pero, al mismo tiempo, no puedo dejar de reflexionar una vez más sobre el desarrollo de la psicología profunda. Cómo se opuso a ella la gente religiosa para luego despertar a sus grandes posibilidades, al punto que hoy en día se usan frecuentemente los tests psicológicos para examinar candidatos a la futura vida monástica o contemplativa. Si los tests psicológicos son válidos y ayudan ¿por qué no también los tests neurofisiológicos? Si es cierto que los individuos alfa-productores son contemplativos por naturaleza ¿no sería buena idea descubrirlos lo más pronto posible? Quiero dejar en claro que no digo que la Neurofisiología pueda decir la historia completa, como tampoco la Psicología podría decirla, y supongo que los aspectos más profundos como la motivación, la fe, el amor y la gracia, nunca se mostrarán en el EEG. Pero, aceptando esto, ¿podríamos hacer uso de la bio-retroalimentación así como usamos la Psicología?

En teoría, no veo nada en contra. Sólo la muy práctica dificultad de que hasta el presente la bio-retroalimentación aún no es una guía segura para la aptitud contemplativa de una persona. Pocos tendrían todavía la confianza de contar con ella como una norma segura para la toma de grandes decisiones. Pero, lo que nos reserva el futuro, nadie lo sabe. Es mejor que no escondamos la cabeza en la arena. Sería triste si la gente religiosa fuera indebidamente temerosa y a la defensiva frente a los descubrimientos y exploraciones del hombre moderno dentro de su mundo interior. Si son abiertos y positivos hacia las tendencias científicas, ellos podrán aprender mucho y podrán también ayudar a desarrollar y dirigir descubrimientos científicos para un mayor bien y una mayor realización humana.

William Johnston
Traducido y extractado por Carmen Bustos de Willian Johnston.- Silent Music
Harper & Row, Publishers San Francisco.- USA.

Fuente Blog: Yoga aprender por el cuerpo 21 de abril de 2011

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