
Delia Cristina Chena Hernández
Estudiante del 3° semestre
Maestría En Psicoterapia Gestalt Adultos
CESIGUE, Xalapa
Mi muralla. Mecanismos de Defensa y Resistencias
El Self se manifiesta en tres funciones: la función Ello, que comprende las necesidades y se manifiesta mediante ellas, la función Ego que es quien decide, media e identifica y la función personalidad que determina lo que soy y la manera en que me percibo y me contacto con el mundo. Norman Shub (2010) integra estas funciones en un Sistema de introyección/ proyección que está conformado por creencias personales y relaciones con el mundo; y explica que: “un introyecto tiene naturaleza positiva y una negativa así como una gran importancia en el proceso del self, lo que otorga un modelo que permite ayudar al paciente a lograr una vida más libre, creativa y saludable”; dentro de las funciones de contacto del Self intervienen los 5 sentidos, las emociones y los pensamientos. Shub (2010) afirma que es justamente en el sistema introyección/proyección en donde se establece la interacción con el mundo y se establecen las experiencias que han de mediar en el contacto final con los otros. También afirma que: “Los introyectos negativos causan un intenso sufrimiento humano, producen baja autoestima, inhiben la libertad personal y hacen más rígida la creatividad y la vitalidad” (p.161), con lo cual se evita el contacto; mientras que los introyectos positivos promueven, aumentan y permiten el contacto. Un introyecto inicia al no asimilar aquello que sucede en el ambiente. Justo en este proceso es que se hacen presentes las Resistencias, manifestándose de manera distinta, como: Proyección, Retroflexión, Egotismo, Confluencia, Deflexión y Evasión.
Comprender la estructura del Self requiere de un compromiso terapéutico responsable, en el cual, terapeuta y paciente establecen lazos de genuina empatía y entre ambos logran comprender el proceso, identificar las resistencias, determinar soluciones y dirigirse a un cambio sustancial y flexible, mantenerse en el “darse cuenta” y situarse en el presente: “aquí y ahora”.
Sin embargo, el proceso se lleva un tiempo, alcanzar un cambio sustancial requiere de mucho más que identificar la estructura propia de cada persona, sobre todo porque cada persona es única e irrepetible, con reacciones diversas y sobre todo emociones, pensamientos y experiencias de vida que les hace singulares ante el resto de sus iguales.
Marina (2002) afirma “Los sentimientos son experiencias conscientes en las que el sujeto se encuentra implicado, complicado, interesado” (p. 77), y en nuestro mundo actual, el argumento más socorrido se refiere justamente a las emociones, los sentimientos, el sentir interior que se expresa de manera exteriorizada, que se refleja en nuestros actos y palabras, pero sobre todo nos arroja a compartir con el otro guiados por lo que sentimos. “Yo siento que te amo en mi interior, pero mi exterior no parece tener relación con lo que siento por eso a veces soy indiferente, soy callada, soy agresiva, soy intolerante”. Encontrar la relación con lo que siento y lo que expreso significa una saludable interpretación de mi SELF, un estado de bienestar completo, una capacidad intrínseca para incorporar nuevas experiencias y observar e interpretar los hechos de manera responsable; de lo contrario, se experimenta una caótica manera de relacionarse con uno mismo y con los demás, manifestando una variedad importante de reacciones, acciones, respuestas y desórdenes de todo tipo, originadas por lo que sucede en mi exterior y mis emociones, sentimientos y pensamientos percibiendo todo lo contrario a mi interior; detonando cualquier tipo de comportamiento o interpretación, tal como lo cita Marina (2002) “ La relación con el otro aparece en la mirada, y en la mirada amenazante, sobre todo.”
¿Y qué dice una mirada? Lo dice todo, cada vez que nos relacionamos nos convertimos en observadores y observados, hay quienes tienen el talento de saber observar, de abarcar el todo, mirando, y de esta manera podemos interpretar si somos tomados en cuenta, si estamos siendo escuchados, si somos bien amados o incluso ignorados, pero también con la mirada podemos hacer evidente una reacción, una emoción, un pensamiento, un sentimiento. Recuerdo cuando niña y mi padre me llamaba la atención a mitad del regaño invariablemente me decía: “no me mires así” y yo podía ser capaz de restringir todas mis reacciones, mis impulsos, mis enojos, menos, la manera de mirar. De ahí que mi mirada siempre fue mi delatora, sobre todo cuando mi furia estaba a punto de estallar y lo hacía, a través de mis ojos. De ahí que todas mis emociones las he podido hacer mirada, incluso, sin mirar.
Referencias bibliográficas
Marina, J.A. (2002). El laberinto sentimental. Barcelona: Anagrama. S.A.
SHUB, N. (2010) La psicoterapia Gestalt en el tratamiento de Neurosis. El Self en guerra con el Self. Xalapa, México:CEIG.
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