Abraham J. Tweski
¿Qué es el
pensamiento adictivo?
Al entrevistar a Ray, un joven que
había ingresado a una unidad de rehabilitación por drogadicción, le pregunte:
"¿Qué te hizo tomar la decisión de que había llegado el momento de hacer
algo acerca del problema?"
"He consumido cocaína algunos
años", me contesto Ray, "y en ocasiones dejaba de recurrir a ella
unas cuantas semanas consecutivas, pero nunca antes había decidido dejarla por
completo.
Durante el último año mi esposa
me ha estado presionando para que la deje por completo. Ella también consumía
cocaína, pero ya hace varios años que la dejó. Finalmente llegue al punto de
que la coca no valía las peleas que tenemos, por lo que decidí dejarla por completo.
Sinceramente, deseaba suspenderla de una vez
por todas, pero después de dos semanas volví a ella y eso me demostró algo. No
soy estúpido. Ahora sé que tal vez me es absolutamente imposible dejarla por mí
mismo."
Repetí varias veces la última frase de Ray porque deseaba que escuchara
lo que acababa de decir. Pero no pudo percibir lo que yo intentaba señalarle.
Le dije: "Es muy lógico decir: Tal vez puedo dejarlo solo. También
es muy lógico decir: Me es absolutamente imposible dejarlo solo. Pero decir:
Ahora sé que tal vez me es absolutamente
imposible dejarla por mí mismo; es absurdo porque es contradictorio en sí mismo.
Ya sea es absolutamente imposible o tal
vez, pero no puede ser ambas." Sin embargo, Ray no podía comprender mi
propósito.
He repetido esta conversación a muchas
personas y aun terapeutas avezados no manifiestan al principio ninguna
reacción, esperando descubrir dónde está el chiste. Solo después de que señalo
la contradicción entre "absolutamente imposible" y "tal vez"
perciben lo absurdo de la frase y la distorsión de pensamiento que se da en la
mente de este hombre.
La distorsión del pensamiento
El fenómeno del pensamiento anormal
en la adicción fue reconocido por primera vez por Alcohólicos Anónimos, en
donde se inventó el término muy descriptivo de
pensamiento desagradable. Los veteranos de AA emplean este término para
describir al "borracho seco", es decir, al alcohólico que se abstiene
de beber pero se comporta de manera muy similar al bebedor activo.
Sin embargo, las distorsiones
del pensamiento no solo se dan en los trastornos de los adictos; tampoco se
relacionan necesariamente con el consumo de sustancias químicas. Es posible
observar el pensamiento distorsionado en personas que pueden estar enfrentando otros
problemas de adaptación. Por ejemplo, una joven se retrasaba para entregar su examen
de una materia:
"¿Por qué no terminas?" le pregunté.
"Ya acabe" me dijo.
"¿Entonces, por qué no me lo has entregado?" le
pregunté.
"Porque necesito trabajar un poco más en el" me
contestó.
"Pero pensé que ya habías acabado" le señale.
"Así es" me dijo.
Aunque su afirmación parece ilógica para la mayoría de la gente, puede
tener perfecto sentido para quien tiene un proceso de pensamiento adictivo. Además,
aunque el pensamiento distorsionado no necesariamente indica adicción, la
intensidad y la regularidad de este tipo de pensamiento son muy comunes en los
adictos.
Todos reconocemos que las afirmaciones "Ya acabe mi examen" y
"Todavía necesito trabajar un poco más en el" son contradictorias.
Pero la frase de Ray, "Ahora sé que tal vez me es absolutamente imposible
dejarla por mí mismo", puede no parecernos absurda mientras no nos
detengamos a analizarla. En una conversación normal, solemos no disponer de
tiempo para detenernos y analizar lo que escuchamos. Por tanto, pueden
engañarnos, y que aceptemos como razonables las afirmaciones que no tienen
sentido.
Algunas veces estas contradicciones
pueden ser aún más sutiles. Por ejemplo, cuando se le preguntó si había
resuelto todos los conflictos vinculados con su divorcio, una mujer contestó:
"Eso creo." En su respuesta no hay nada visiblemente absurdo,
mientras no nos detengamos a analizarla. La pregunta "¿Has resuelto los
conflictos?" significa "¿Has superado las diversas incertidumbres y
eliminado los problemas emocionales concomitantes a tu divorcio?" Eso es
lo que significa la palabra resuelto.
La respuesta "eso creo" es por consiguiente una afirmación de
"todavía estoy indecisa de estar segura" y en realidad carece de
sentido.
Los procesos de pensamiento en la esquizofrenia
Para comprender más a fondo de lo que estamos hablando cuando empleamos el
término distorsión de pensamiento,
veamos un ejemplo extremo, es decir, el sistema de pensamiento que utiliza el
esquizofrénico. Por absurdo que pueda parecer un pensamiento distorsionado
particular para una persona sana, tiene perfecto sentido para el esquizofrénico.
Los terapeutas familiares con pacientes
esquizofrénicos paranoicos que tienen delirios de grandeza saben lo vano que
puede ser intentar convencer al paciente de que no es el Mesías o la víctima de
una conspiración mundial. El terapeuta y el paciente operan en dos longitudes
de onda del todo diferentes, con dos reglas de pensamiento completamente distintas.
El pensamiento normal es tan absurdo para el esquizofrénico como el pensamiento
esquizofrénico para la persona sana. El ajuste de un esquizofrénico típico a la
vida en una sociedad normal puede ser descrito en términos de un empresario de
beisbol que ordena al equipo que patee la pelota o de un entrenador de futbol
que pide que roben una base.
Los esquizofrénicos no se dan cuenta de
que sus procesos de pensamiento son diferentes de los de la mayoría de la gente.
No entienden por qué los demás se niegan a reconocerlos como el Mesías o la
víctima de una conspiración mundial. Sin embargo, muchas personas, incluso los
terapeutas, pueden discutir con un esquizofrénico y frustrarse cuando la
persona no logra aceptar la validez de sus argumentos. Pero eso equivale a
pedirle a un daltoniano que distinga colores.
Sin embargo, el pensamiento del
esquizofrénico es tan obviamente irracional que la mayoría de nosotros lo
reconocemos claramente como tal. Es posible que no podamos comunicarnos
eficazmente con él, pero por lo menos no nos engañan los delirios que crea en
su mente. Con más frecuencia caemos en la relativa sutileza de las distorsiones
causadas por el pensamiento adictivo.
De qué
manera las enfermedades adictivas se parecen a la esquizofrenia
Algunas veces a las personas con enfermedades adictivas
se les diagnostica erróneamente como esquizofrénicas. Pueden presentar algunos
síntomas idénticos, como:
• Delirios
• Alucinaciones
• Estados de humor inapropiados
• Conducta muy anormal
Sin embargo, todos estos síntomas pueden ser
manifestaciones de los efectos tóxicos de las sustancias químicas en el
cerebro. Estas personas presentan lo que se llama una psicosis químicamente
inducida, que puede parecerse pero no es esquizofrenia. Estos síntomas suelen
desaparecer cuando se ha mitigado la toxicidad química y la química cerebral
vuelve a la normalidad.
Sin embargo, es posible que el esquizofrénico consuma
alcohol u otras drogas activamente, lo cual presenta un problema muy difícil de
tratamiento. Puede ser que requiera un mantenimiento a largo plazo con fuertes
medicamentos antipsicóticos. Además, es probable que quien padece esquizofrenia
no sea capaz de tolerar las técnicas de confrontación que suelen ser eficaces
con los adictos en tratamiento. Los terapeutas les enseñan a desistir del
escapismo y a utilizar sus habilidades para adaptarse eficazmente a la realidad.
No se puede pedir esto al esquizofrénico, que carece de la capacidad de adaptación
a la realidad.
En cierto sentido,
tanto el adicto como el esquizofrénico parecen trenes descarrilados. Con cierto
esfuerzo, el adicto puede volver a sus rieles. Sin embargo, el esquizofrénico
no puede ser devuelto a los mismos rieles. Lo más que puede lograrse es poner a
esta persona en otros rieles que lo lleven a su destino. Estos otros rieles tienen
incontables entronques y desviaciones y en cualquier momento el esquizofrénico
puede tomar un rumbo que no es el deseado. Se necesita constante vigilancia y
guía para evitar dichos extravíos y puede que se requieran medicamentos para
frenar la velocidad del viaje y para mantenerlo en los rieles.
La confrontación con el pensamiento de un alcohólico, o
de alguien con otra adicción, puede ser tan frustrante como tener que vérselas
con un esquizofrénico. Así como no somos capaces de sacar al esquizofrénico de
su convicción de ser el Mesías, no logramos que el alcohólico acepte que no es
cierto que sea un bebedor seguro y social, o un usuario seguro de
tranquilizantes, o un consumidor "recreativo" de marihuana y cocaína.
Por ejemplo, la
persona que está cercana y observa a un alcohólico en etapa tardía (o cualquier
otro adicto a fármacos) tiene ante si a una persona cuya vida se destroza continuamente;
tal vez su salud física se está deteriorando, su vida familiar está en ruinas y
su trabajo en peligro. Todos estos problemas se deben obviamente a los efectos
del alcohol o de los demás fármacos, pero parece que el adicto es incapaz de
darse cuenta de ello. Puede creer firmemente que su consumo de sustancias
químicas nada tiene que ver con ninguno de esos problemas y parece impermeable
a los argumentos lógicos de lo contrario.
Una diferencia clara entre el pensamiento adictivo y el
esquizofrénico es la siguiente:
• El pensamiento esquizofrénico es flagrantemente absurdo
• El pensamiento adictivo tiene una lógica superficial
que puede muy bien ser seductora y engañosa.
Es posible que el
adicto no siempre sea tan intencionalmente tolerante como lo piensan los demás.
No es forzoso que este engañando a los demás en forma consciente y deliberada, aunque
a veces ocurre. A menudo los adictos caen en el juego de su propio pensamiento,
engañándose en realidad a sí mismos.
Sobre todo en las etapas iniciales de la adicción, la
perspectiva y la estimación del adicto de lo que está sucediendo puede parecer
superficialmente razonable. Como ya lo dijimos, muchas personas caen en el
juego del razonamiento adictivo. Así, es probable que la familia de un adicto
vea las cosas a la "manera del pensamiento adictivo" durante mucho tiempo.
El adicto parecerá convincente ante sus amigos, sacerdote, jefe, médico o hasta
psicoterapeuta. Cada una de sus afirmaciones parece tener sentido; hasta sus
largos relatos de hechos pueden ser coherentes.
Tomado de:
Tweski, A. J.
2010
Edit.
PROMEXA
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