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AL VER VERÁS; segunda parte


Enfoque de elecciones y cambios de vida
 Dina Glouberman

¿Cómo las imágenes?

El simple ejercicio imaginativo es com­pletamente multipropósito y podemos usarlo no sólo para auto comprendernos sino para entender a otras personas y situaciones, y resolver problemas. El truco está en variar apropiadamente las instrucciones, de modo de pedir que surja la imagen representativa de la situación vital presente: dolor en el cuello, dificultades en la relación laboral, problemas insolubles, el hombre confundi­do a quien aconsejamos, o la persona a quien entrevistamos por un importante tra­bajo. Lo inconsciente, como una compu­tadora, parece capaz de seleccionar la ima­gen perfecta e iluminar lo que se este enfo­cando, y señalar la dirección resolutiva.

Comience por relajarse mediante el mé­todo que le resulte accesible. Por ejemplo: recuerde el tiempo en que se sentía comple­tamente en paz; entre en la representación y armonice la respiración propia con la de la persona imaginada. Ahora dígase: "Me gustaría permitir que surja la figura de un animal, planta u objeto que de algún modo me represente o lo haga con lo que necesito saber en este momento de mi vida". Tome sin dudar la primera imagen que venga a su mente, le guste o no, sea una palabra, pintu­ra, olor o cualquier sensación.

Si no obtiene ninguna, no lo vea como una imposibilidad propia. Tal vez signifique simplemente que lo intentó con dema­siada intensidad o con la expectativa de fallar. También puede haber ocurrido que haya rechazado la imagen presentada por­que no le gustó y afirme no tener ninguna. Todos pueden generar representaciones, del mismo modo que todo el mundo sueña. Para esos momentos haga una visión retrospectiva con los ojos de la mente sobre lo ocurrido en los dos últimos días; fíjese qué figura o experiencia aparece y úsela como imagen propia.

Cuando esta se presenta es buena idea suponer que se ubica en una silla enfrentada y sentarse en una cuando se pregunta y en otra cuando se responde, desde el rol de imagen. Así se hace el trabajo más fácil e intenso. Si está en un lugar público y eso no es factible, simplemente piénselo. Si tuviese un acompañante, túrnense para guiar al otro. Una vez invitada y bienvenida cual­quier imagen, obsérvela en relación con lo que la rodea, luego haga lo propio desde arriba, desde abajo y desde los lados. ¿Qué advierte?

En el próximo paso, entre en la imagen; siéntase absoluta y concretamente parte de ella. Pregunte: ¿Cuál es la esencia de ser yo en este momento? ¿Qué pasa por mí? ¿Cuál es el mejor aspecto de esto?, ¿Y el peor? Puede continuar entrevistando a la imagen como le parezca correcto. Recuerde que toda pregunta es acerca de la imagen en que usted se transformó y no de usted como persona.

Pregúntele al ser imaginario: ¿Siempre ésto fue así?, si no, ¿cómo y cuándo fue distinto?, ¿cómo sigue? En la medida en que le parezca correcto prosiga y sométala a pruebas. Si se le hace difícil determinar el modo de actuar, en algunas ocasiones ayu­da intentar una vista aérea que abarque una escena completa.

Por último evalúe el esfuerzo conjunto de sus yoes conscientes e inconscientes. Ad­vierta toda diferencia en el modo de sentir­se: transformar una imagen profundamente retenida puede dar lugar a un cambio verda­dero en usted y es la forma de comenzar a alterar los programas inconscientes con que guía su vida. Proyéctelo también sobre el significado de la imagen y considere lo más específicamente posible, cómo podrá utili­zar la nueva comprensión en el futuro.

Una buena manera de entender el camino que se debe seguir y tomar decisiones apro­piadas, es imaginar que ahora es el futuro y que ya se hizo la elección. Entonces, mirar hacia atrás y observar lo que "se había elegido". Es como esos laberintos para niños, en que la resolución desde el principio conduce a senderos equivocados, pero comenzar por el final hace deliciosamente fácil la tarea.

Las figuras que emergen a menudo se transforman en verdad literal, revelando esa capacidad intuitiva para sentir el futuro que muchos de nosotros descubrimos en su momento, pero generalmente expresan la verdad metafórica de la dirección de nuestra vida con la que no estamos en contacto consciente. Este método aporta un modo de usar el poder de la “sabiduría futura”, pero antes de elegir (y equivocarnos) sirve como potente recordatorio de la posibilidad que todos tenemos de percibir cuales son nuestros objetivos correctos.

Puede emplearse una variedad de métodos para proyectarnos al futuro y mirar hacia atrás. Una forma muy atractiva es imaginar la vida como una ruta, con encrucijadas, transitar los distintos carriles en una vista aérea diez o quince años hacia delante en cada uno, para luego retornar a la encrucijada y elegir otro, literalmente sugiere un punto determinado en el futuro; el final de una entrevista importante; cinco años más tarde tener ochenta años y sentirse realmente bien. (A veces es más fácil hacerlo imaginando que se está en una nave espacio-tiempo que abandona la superficie terrestre y regresa en el momento apropia­do) ¿Cuál es el presentimiento? Hay que mirar hacia atrás con el máximo posible de detalles y ver qué cambio de elecciones, pasos o actitudes condujeron allí. También sugiero que pinte ese mismo momento en el futuro pero sintiéndose mal. (¿Cual es el sentimiento desagradable? ¿Cómo llegó a ese futuro tan desdichado? Tal vez suene a "pensamiento negativo", pero es invalorable para comprender verdaderamente nuestras elecciones, darnos cuenta del modo en que habitualmente nos saboteamos y así tomar una decisión honesta, sin pensamientos ansiosos.

Hay gente que en verdad no puede imagi­nar un futuro positivo. Si este es su caso, comience por ver el negativo. Una vez enfrentados y reconocidos los temores y las expectativas pesimistas, probablemente será posible dar lugar a una visión positiva.

El trabajo con imágenes se vuelve útil cuando tenemos muy en claro lo que quere­mos hacer luego, pero resulta difícil dar el paso. Cada plan o proyecto nuevo: crear un negocio, otra vida o un enfoque diferente, también nos cambia a nosotros. El cambio no siempre es bienvenido, particularmente si no tenemos una imagen o si ésta es negativa, en relación a la persona en quien deseamos convertirnos. Puedo creer que deseo estar bien organizado, pero si no me imagino frente a un escritorio ordenado o confeccionando un horario o si, inconscien­temente, creo que los organizados son abu­rridos y poco creativos, difícilmente reali­zaré el cambio.

Podemos auto ayudarnos para llevar a cabo tales transiciones dificultosas creando activamente y poniendo en práctica nuevas imágenes de nosotros mismos que nos ha­gan felices. Es la forma de prepararse para la cabriola inmensa contenida en la materia­lización y transformación en algo nuevo, y reduce muchos conflictos, ansiedad y es­fuerzos que, de ordinario, acompañan toda modificación.

La importancia de detenerse para prepa­rar o practicar una imagen antes de actuar, también es valida para los momentos en que uno esta en la cama, tiene que levantarse y no puede, al tiempo que se pregunta: por qué para algunas personas el mecanismo es tan sencillo. En mi caso, solía llevarme una eternidad levantarme por la mañana, aun con la alarma sonando cada 5 minutos.
Finalmente noté que mi imagen era la de estar a punto de abandonar una cama tibia y agradable para enfrentarme a la pesada car­ga del trabajo. No importa cuántas veces me dijese que debía salir del lecho, una y otra vez me arrebujaba entre las sábanas. Desde que me enseñé a visualizar desde la cama una deliciosa taza de te, descubrí que podía levantarme al instante. Lo fundamental era realmente prepararse y tomar la taza de te, en lugar de sumergirse en el trabajo. La imagen es una promesa hacia mí y no un truco.

Las actitudes hacia nosotros mismos y nuestras metas también son factores cruciales a la hora de cambiar y alcanzar objetivos. De ese modo, el primer paso hacia una modificación significativa o pro­yecto creativo, siempre esta por irrumpir en la autoimagen del presente y encontrar el camino para comprender, aceptar y apoyar a la persona que somos ahora, aun cuando no nos guste el modo en que vivimos. A menos que hagamos ésto la posibilidad es difícil, de corta vida o insustancial. Más aún, al apuntar a nuestros objetivos debe­mos descubrir la actitud que comprometa la voluntad positiva más que la obligación.

Cuando sentimos que debemos hacer que algo ocurra, la tensión no solo nos vuelve menos afectivos, sino que comienza a ac­tuar otra fuerza interior, igual y opuesta, indicando que no lo queremos hacer. Tal proceso da lugar a la ambivalencia que nos aleja de alcanzar algo desesperadamente importante.

La actitud funcional tiene dos aspectos a primera vista contradictorios: proposición y liberación. Significa que, por un lado, se intenta colocar sin ambivalencias todo es­fuerzo en pos de la meta y, por otro, "deja" que ocurra o supone que lograrlo es algo absolutamente bajo control. Puede estar seguro, en efecto, que se invierten recursos conscientes e inconscientes para conseguir lo mejor y aun se sabe que en la improbable situación de fallar, se puede sobrevivir para preguntarse ¿qué es lo que sigue?

El ejercicio que más me gusta para modi­ficar las dificultades de la vida, es uno con dos pantallas. La primera muestra una ima­gen de la persona tal como es ahora, y la segunda, tal como está luego del cambio. Si desea probar, comience por decidir que cambio, meta, proyecto o mejoramiento de una habilidad desea. Luego, después de relajarse, imagínese sentado en su propia y privada sala de proyección, con pantalla al frente.

Sugiérase: "Desearía convocar a una imagen mía tal como soy ahora, antes de alcanzar la meta". A menudo aparece una caricatura reveladora. ¿Cómo opera esa persona en la pantalla? , ¿Cómo se siente usted en relación a ella? Permítase aceptar­la, apoyarla y reconocer que esta realizando la mejor elección posible para el momento y luego haga que se mueva hacia la pantalla de la izquierda, hacia el pasado. Así era como usted solía ser hasta hace un momen­to. Tal vez podría invitar a esa persona a sentarse a su lado y observar lo que sigue.

La próxima sugerencia seria: "Desearía convocar mi imagen tal como será luego de alcanzar la meta o cambiar la vida". Mire esa nueva figura. ¿En qué se diferencia de la anterior? Si nota que no le gusta no desespe­re, es solo una demostración de por qué las cosas son tan difíciles de hacer. Juegue mentalmente con la representación hasta hallar una aceptable.


Tomado de: Rev. UNO MISMO. Vol. 5. No.4




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