MIRIAM MALDONADO ROMERO
1er semestre Maestría en Psicoterapia Gestalt
CESIGUE, Xalapa, Veracruz
Esta
dinámica la viví en dos etapas, primero cuando caminábamos por el salón
experimentando diferentes emociones, me di cuenta que no me gusta cómo me ve la
gente, a veces cuando eso sucede me siento hasta con miedo y no me gusta, es
entonces cuando lo cambio por esa máscara de “yo soy más que tú” y lo veo
chiquito, mi arrogancia no ve a la persona, solo ve a un objeto al que debe
acabar. Otras veces me sentí tan enojada
caminando que temí tropezarme con alguien, porque verdaderamente saldría esa
parte de mí que conozco tan bien, que vivo constantemente y que a veces me
domina y soy un títere en sus manos.
Otras ocasiones me dolió tanto que no
me vieran, me sentí transparente, no era yo nadie, todos caminaban
representando su propia escena que no me tomaban en cuenta, me sentía aislada,
fuera de lugar, me hizo cuestionarme, ¿qué hago aquí?, yo no formo parte de
este grupo, ¿es ésto lo que quiero?.
Al terminar esta parte y sentarnos con
los ojos cerrados, me permitió ver que esa parte que me hizo sentir tan
ignorada, yo también la hice, yo también caminé centrada en mí misma, no fui
observadora de mis compañeros, también estaba ensimismada en mis emociones,
sentimientos y miedos, no actué mejor que ellos.
Cuando se nos dio la indicación de
realizar nuestra máscara, la hice sintiendo que la había adornado bien, pero al
ponérmela, me hizo sentir sumamente incómoda, era bastante molesta, no me
dejaba ser como yo era, hasta ese momento me percaté que un sinnúmero de
ocasiones he actuado como si tuviera esa máscara, no dejando que las personas
vean mi cara, mis sentimientos más reales, como son el miedo y la necesidad de
amor que muchas veces he sentido. Desde
que me la coloqué y me vestí realmente me transformé, no era yo misma y a la
vez sí.
Al actuar frente a todo el grupo y
decirles sin palabras lo que para mi significaba la máscara, me sentí torpe,
pues corporalmente no podía expresar todo lo que significaba para mí en una
breve actuación.
Ya con el grupo pequeño, al poner mi
máscara a la vista de los demás y a la mía propia, la vi tan vacía e
inexpresiva, no me parecieron ya ni siquiera llamativas las plumas que le
coloqué, sus comentarios no mejoraron por supuesto esta percepción.
Lo que yo reafirmé con esta dinámica,
es que no me gusta cómo me ven los demás, no es la cara que realmente yo quiero
que conozcan, no disfruto pareciendo distante, fría y enojona, no siempre estoy
así, pero me doy cuenta que he llevado puesta esta máscara tanto tiempo que
realmente es como si ya fuera parte de mí, no encuentro esa sutil diferencia,
no me gustó para nada, me hizo llorar mucho y sentirme desconsolada y como
atrapada en un callejón sin salida, no me gusta lo que veo y no sé como
cambiarlo, desde hace tiempo intento cambiarlo y a veces hasta puedo creer que
empiezo a lograrlo, sonrío con más frecuencia y me es más fácil, pero me veo a
mi misma, mirando con esa dureza como si acusara a las personas, como si las
viera diferentes a mí, juzgándolas sin conocerlas, aliándome conmigo misma y
aislándome de las personas como un escudo para protegerme y no sentirme
lastimada.
Las dinámicas de integración de
equipo, me permitieron ver que si yo quiero puedo ser parte de este grupo, que
mis expectativas al decidir realizar la maestría están muy lejos de ser
realistas, que el compromiso no puede ser superficial, sino a fondo y con total
entrega conmigo misma y con mi grupo, realmente me di cuenta que a veces las
relaciones se ven afectadas en ambas direcciones, pues en uno de los ejercicios
al asumir un papel de liderazgo, activo y tal vez muy desbocado, algunas
compañeras se quejaron que no les permitíamos participar, pero al hacer el
análisis fue replanteado, que hicieron ellas por hacerlo saber, ambas partes
deben ser activas en la búsqueda real de sus metas.
Lo que yo hice para que ésto pasara es
que no me he permitido ser yo misma, mis prejuicios y creencias me han
limitado, en el desarrollo de la dinámica pude ver que nadie está exento de
problemas, que todos de una forma o de otra, impactamos a las personas, que
esto nos da apertura para que nuestras relaciones sean mejores o bien para que nos
aislemos del grupo.
He pensado mucho en esta situación y
busco justificaciones, que si las circunstancias me han llevado a aparentar ser
muy fuerte y la verdad es que ese rol si lo aprendí, aunque a través de mi vida
también he aprendido que ser fuerte no es ser duro, sino flexible, entre más
flexible sea menos posibilidades hay de que me rompa.
Me doy cuenta con mayor claridad que
depende de mí el cambio en mi entorno, que yo debo buscar la forma en que me
libere de esa “máscara” que siento que no me permite ser yo misma y acercarme
abiertamente y libremente, que puedo dar sin necesidad de dureza, pues yo no
soy perfecta tengo un sinnúmero de equivocaciones. Que debo buscar la forma de
comunicarme de manera más eficiente, sin asumir un liderazgo hostil, que yo soy
capaz de entablar relaciones de amor y de solidaridad, que debo ser más
consciente y observadora de mi misma y mi entorno.
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