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Mi mejor sí mismo


La psicóloga enamorada
Érase una vez una psicóloga que estaba en busca de metarealizaciones tanto en el plano personal como en el profesional, así que intentaba contagiar a los súbditos de su reino y todos la tomaban a loca, nadie creía que algún día viajaría al país de los constantes cambios, todos excepto sus padres, los jerarcas del reino. La psicóloga con todo el entusiasmo que la caracterizaba, inicio la búsqueda del camino que la llevaría al país de los constantes cambios y en el trayecto de éste se encontró con un chico muy apuesto, que de entrada la deslumbró y con el cual inició un tórrido romance, el nombre de este era: psicoanálisis… pero, cuál sería la sorpresa de la hermosa psicóloga, que su apuesto, encantador e hipnotizador amante sólo era un introyecto que sus padres habían depositado en ella!, por lo que la relación que durante algunos años mantuvieron fue totalmente idílica, pues éste solo le hacía ver el origen de sus males, pero se rehusaba a encontrarle solución a los mismos, no quería acompañarla a que ella se descubriera como persona, pues tenía miedo de que lo abandonara y que no lo amara más.
Una tarde lluviosa, mientras la psicóloga conversaba con un una de las aldeanas con las que gustaba charlar, al contarle esta última la situación que se encontraba atravesando, la psicóloga se dio cuenta que no sabía cómo ayudarla y que el psicoanálisis solo la estaba atando y le impedía elegir un camino para continuar su búsqueda del país de los constantes cambios; así que inspirada por la aldeana decidió hablar con el psicoanálisis y  terminar con él, para continuar la búsqueda que no solo beneficiaría a ella sino a los súbditos del reino, y obviamente a toda la gente que la rodeaba.
Así que temerosa y llena de incertidumbre inició la búsqueda del país de los constantes cambios, mientras caminaba, triste por haber abandonado a su gran amor: el psicoanálisis, un joven sencillo, natural y espontáneo se ofreció a acompañarla en su recorrido, mostrándole uno de los caminos que la llevarían al país de los constantes cambios, y al final ella iba a decidir cual elegir, ¡no importaba, qué iba a elegir, lo que importaba es que le agradara! ¡que disfrutara el recorrido!, en un principio ella se rehusaba a aceptar pues sentía que estaba traicionando a su gran amor, pero con el paso de los días fue conociendo a Gestalt y se dio cuenta de lo maravilloso que es, y que no la juzgaba por sus errores del pasado, sino que la acompañaba a descubrir soluciones, después de un tiempo se hicieron grandes amigos.
Gestalt la acompañó hasta el país de los grandes cambios, y le dijo que él tenía que regresar, pues muchas personas estaban igual que ella y que él tenía que acompañarlos a descubrir el camino que los llevaría a este mágico país, pero que cuando ella lo necesitara, él siempre iba a estar ahí, la psicóloga se dio cuenta que el verdadero amor no te ata, sino que extiende tus alas y te ayuda a volar.
La psicóloga eligió adoptar el estilo de vida del país de los constantes cambios, e implementarlo en el reino donde vivía, lo cual en un principio le generó grandes conflictos, pero pronto todos ovacionaron su muy atinada decisión.
El tiempo transcurrió, pasaron los años y una noche de invierno, mientras realizaba obras de caridad en un hospital de su región, conoció a un ser humano extraordinario, que gustaba por ayudar a los pacientes del mismo; este era un hombre alto, varonil, muy, muy guapo, por lo que era de esperarse; la comenzó a cortejar y la psicóloga cansada de su insistencia decidió  darle una oportunidad, él procuró  amarla, cuidarla y que ella no abandonara sus ideales del país de los constantes cambios, lo cual enamoró profundamente a la psicóloga, así que después de un par de años de ser amigos, novios, amantes, cómplices, entre otras cosas, decidieron unir sus vidas, o sea casarse, la psicóloga estaba muy nerviosa por el reto que ahora enfrentaba, no sabía cómo hacerlo, tenía miedo de no hacer lo correcto, de fallarle a sus padres, los jerarcas del reino, ¿cómo iba a confrontar a sus padres? ¿Qué les iba a decir? ¿Qué dirían los aldeanos al saber su decisión? Eran tantas preguntas las que rodeaban a la psicóloga, pero el amor de su vida le acompañó en todo momento y le recordó que su ideal de vida eran los constantes cambios, así que la psicóloga decidió formar una familia, con el hombre de sus sueños….. pero…..  también de sus pesadillas.
La ceremonia, era de las más afamadas, toda la gente estaba expectante de lo que sucedería el día de la boda, pues en su mayoría no estaban de acuerdo con la misma; pero pese a eso, este par de tortolitos, se casaron. A la vuelta de unos años vinieron los chilpayates, 3 para ser exactos, y como ella no tenía mucha paciencia con los niños, era su gran amor quien los cuidaba, mientras ella seguía apoyando a los aldeanos de su pueblo con la ayuda de su amigo Gestalt, quien siendo muy humanista se preocupaba por la gente que necesitaba desarrollar su creatividad, para encontrar o construir alternativas que les permitieran conseguir mejor calidad de vida, y así vivir la misma de manera más libre y plena.
La psicóloga, regresaba cada  tarde a casa contenta con lo que construía día a día, pues Dios y la vida le habían permitido devenir en psicóloga, en esposa, en madre, en hija, en amiga, en compañera de vida, pero sobretodo le daban la plenitud de ser natural, auténtica, de ser ella.
La psicóloga vivía para su familia, para apoyar a los que se encontraban en problemas, para acompañar a los que la necesitasen, y era muy feliz pues siempre amaba lo que hacía.
La psicóloga, su amorzote y su familia aprendieron a vivir cada día como si fuese el último de su existencia y vivieron en constantes cambios para siempre siendo humanamente humanizados.

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