Terapeuta de Niños, Adolescentes y
Adultos
en Vive y Crece*
He escuchado a muchas mamás o papás
decirme comentarios como los siguientes:
“Gaby, ¿a qué hora puedo jugar con mi hijo o hija?, si la disposición la
tengo, pero tengo tantas cosas que hacer en el día que a veces termino tan
agotado o agotada que la verdad ni energía ni ganas me quedan de jugar con mi
hijo, llego muy tarde del trabajo que únicamente me quedan ganas de ver un ratito
la tele y de cenar juntos, a veces llego y ya están dormidos y el único ratito
que tenemos para convivir es en la mañana al ir a la escuela.” También me
comentan: “hago la comida, reviso tareas,
meto la ropa a lavar, alistamos los uniformes, los llevo a su clase de
natación, de ballet, de karate o juego con ellos; porque cuando me doy cuenta
ya es hora de que se pongan la pijama y se vayan a dormir; el tiempo no me
rinde… ando tan a las prisas…”
Probablemente tú, si eres
mamá o papá, te identifiques con estas experiencias que viven muchos papás día
a día. Sin embargo, no se trata de que dispongas de una hora al día para
sentarte a jugar con tus hijos, sino lo importantes es que:
“Optimices el tiempo que convives con
tus hijos”
La Dra. Guadalupe Amescua,
autora de los libros “La magia de los niños” y “Psicoterapia Infantil
Relacional” explica, que no se trata de tener más tiempo, sino de tener un
cambio de: “actitud”.
Por ejemplo, al bañar a tu
hijo o hija puedes al mismo tiempo jugar con ellos; cuando los ayudes a vestir,
juega con ellos a que no encuentras su manita o su brazo y de pronto aparece;
puedes barrer y comprarles su escoba para que lo hagan contigo, cuando estés
limpiando la casa, tu hijo o hija puede ayudarte a limpiar la mesa o pueden
bolear sus zapatos y si están muy chiquitos pueden bolearlos usando tantita
crema de manos y untarla con sus manos y limpiarla con un trapito, además de
que estarán desarrollando su motricidad fina.
Cuando vayas manejando y
estén en el auto, jueguen a contar autos de cierto color o jueguen a que van en
una nave especial y desde el momento de ponerse el cinturón de seguridad hazlo
de una manera divertida; lo mismo cuando laves tu auto, invítalo a que te ayude
y estarás jugando con tu hijo.
No se trata de decirles:
“Ponte a barrer”, “Pon la mesa”, “Lava tu triciclo” o “Bolea tus zapatos” sino
de:
“incorporarlos en las
actividades de una manera divertida o jugando a representar roles”.
Por ejemplo cuando vayan a
comer, puedes decirles: “Vamos a imaginarnos que eres el mesero: Señor Chef
¿sería tan amable de lavar 4 zanahorias?”, “Señorita mesera, la mesa 14
necesita tres manteles con sus servilletas y cubiertos” o “Señor zapatero,
¿podría por favor bolearme estos dos pares de zapatos de mis hijos?”.
Es muy importante
reconocerles lo bien que lo hicieron: “Señor mesero ¡qué bonita le quedó la
mesa!”, “Señorita Cheff ¡qué deliciosa ensalada preparó!”, “¡qué bonitos
zapatos me ha entregado!, voy a venir más seguido a este mercado”.
Ninguna clase extra, ya sea
de natación, karate, danza, etcétera, va a compensar el tiempo de calidad que
tu hijo requiere de tí; tu hijo requiere que tú convivas con él de una manera
divertida, jugando y probablemente a tí no te vendría nada mal divertirte más
seguido.
Y como dice Guadalupe Amescua:
“Si contarás el tiempo que desperdicias en poder jugar con tus hijos…te
sorprenderías”
Si comienzas a tener un
cambio de actitud cada vez que convives con tus hijos te sorprenderás de cómo
este cambio en ti puede despertar en ellos una inmensa alegría y la reconocerás
en su mirada, en su rostro, y esto te brindará mucha satisfacción al darte
cuenta que eres capaz de brindarle a tus hijos experiencias placenteras día a
día. Sin necesidad de depender de un parque, un circo, un cine o unos juegos
mecánicos; le estarás enseñando a tu hijo el placer de Vivir.
Bibliografía
Amescua Villela Guadalupe (Julio,
2013). “Taller de Desarrollo de Habilidades Parentales” Cesigue (Centro de
Estudios e Investigación Gestalt), Xalapa, Veracruz. http://www.guestalt.com/gestalt/
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