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El terapeuta insensible: grupo terapéutico voraz dependiente


Bitácora de Conducción Grupal
(7 de mayo de 2013)
Eduardo Carlos Juárez López
Maestría en Psicoterapia Gestalt
La sesión fue una continuación de otra en la que se había trabajado el rasgo de sensible a insensible. En ese sentido el grupo estaba caldeado. La maestra preguntó quiénes querían participar. Esperé a que alguien se animara pero salió el tema de que era uno de los que llevaban sólo una sesión conducida. Tenía resistencia a participar pero cuando la maestra preguntó quién se aventaba solo no dudé ni un segundo en ofrecerme. La verdad me gusta trabajar solo, me siento cómodo y me gusta mi arrojo.
 Empecé a escanear al grupo preguntando cómo se sentían. Casi todos respondían intelectualizando “estoy rígida”, “estoy intolerante”, “estoy cerrada”. Estaban describiendo lo que hacen en vez de sentimientos. Dalia* fue la única que respondió desde el sentimiento diciendo que estaba feliz y que quisiera que este momento se expandiera (me preguntaba si realmente estaba feliz o quería expander su resistencia para no tocar otro sentimiento pues había sido una sesión fuerte para ella). Francisca comentó estar despreocupada y cansada. Respecto a las necesidades interpersonales básicas expuestas por Schutz (Philippson, 2004) que son operativas en cualquier situación social me parece que el grupo estaba en control, o sea en la necesidad de influenciar o ejercer poder sobre otros, o de que otros nos controlen.
Me animé a explorar que sentimientos había debajo, devolví al grupo que una cosa era lo que hacían y otra cosa era lo que sentían (habilidad de contacto). Sabrina comentó que seguía rígida. Vi la resistencia a abrirse y antes de respetarla la invité a probar cosas diferentes. (Ya desde aquí perdí de vista la frontera de Sabrina, su fenomenología era de enojo). Los terapeutas novatos que aún no tienen experiencia en reconocer lo que es importante y cuándo un resistencia bloquea el contacto, tienden a sobrevalorarlas (Shub, 2010).
La invité a que hablara de esa rigidez lo que la rigidizó más. (En este momento me doy cuenta que noto que no escribí nada sobre Caitlin y Peter lo que revela un punto ciego, encontré algo y ya me había enganchado con eso). Sofía empezó a hablar de su intolerancia y que debajo de eso estaba enojada. Empezó a comentar una situación familiar en la que le cuesta pedir y poner límites a sus hermanos. Escaneando al grupo observé que Francisca empezó a irse escribiendo cosas en su cuaderno. No dejé silencio para darle espacio suficiente al enojo de Sofía y me fui inmediatamente con Francisca. (Aquí me doy cuenta que perdí de vista a Sofía, su fenomenología expresaba enojo) Pregunté a Francisca que en dónde estaba y ella respondió que sí estaba escuchando. (En este punto recuerdo que observé cierto enojo en Francisca y me atreví a pensar que Sofía se sintió enojada por lo que estaba haciendo Francisca, en este sentido hubiera sido mejor que preguntara a Sofía cómo se sentía cuando Francisca se iba en vez de preguntar con una afirmación escondida) Afortunadamente mi interpretación fue correcta, Sofía se había enojado porque Francisca no la hubiera escuchado. Observé una dificultad en pedir y quise trabajar en ello. Por fortuna trabajé el carácter de Sofía en clase y tenía muy claro su cuadro (tal vez eso me cegó a encontrar nuevas cosas o a ver las que estaban) de hecho habíamos hecho tres cambios de roles tratando de pedir. En ese sentido cuando ella me pidió que le “enseñara” a pedir reconozco que no la escuché, sin embargo entre mi pensaba que ella ya tenía la habilidad de hacerlo sola. (Tal vez estaba en la manera de plantearlo, por ejemplo podía darle apoyo diciendo que ella ya lo había hecho y que lo intentara. Como abandoné a Sofía y no la escuché me doy cuenta ahora que tampoco respeté su frontera. Sobre la teoría Shub (2010) puedo decir que me falta trabajar en reconocer y cómo trabajar las resistencias del paciente, de las cuatro propuestas de trabajo me parece que el grupo estaba emergiendo sus resistencias en la frontera de contacto. La resistencia siempre emerge cuando el paciente se acerca a la frontera. Aquí fue donde salió mi insensibilidad.
Una vez que Sofía expresó su enojo me percaté de que Francisca no recibió el enojo. Empezó a justificarse y además me pidió “permiso” para responderle. Ahora recuerdo que no fui sensible, mi forma de responder no fue con la correcta entonación. Creo que Francisca ya estaba enojada desde ese punto y entonces nos enganchamos. Yo queriendo que se diera cuenta de cómo no recibía el enojo, como se justificaba y yo la empujé no dejándola terminar su frase. (En este momento ya había perdido al grupo iniciando una conversación uno a uno, la maestra me apoyó). Me di cuenta que la sesión iba demasiado rápido y que había cometido un error. Me concentré en dejar que Francisca terminara con Sofía y que la maestra tomara el control de la sesión. También procuré modelar lo que inicialmente vi en Francisca, la escuché y recibí su enojo; también el de Sofía y también ofrecí que no volvería a pasar. (En la retroalimentación la maestra comentó que mi fenomenología no era de recibir, evidentemente no me di cuenta de esto). Recuerdo que en mi no ver a Francisca pensé que estaba proyectando en mí una figura paternal o de autoridad sobre mí. Regularmente otros maestros le hacen ver su deflexión y ella se cierra. En este caso puede ser que como era su compañero de grupo se enojara más. Como terapeuta quiera o no soy un símbolo de lo que en nuestra fantasía consideramos como perfecto como lo que debe ser (Borja, 1995).
Para la mitad de la sesión sentí que perdí el control. La situación con Francisca detonó mi introyecto y empecé a angustiarme, el corazón me palpitaba fuerte y mis manos se enfriaban. Mientras la maestra dirigía el grupo me concentré en darme apoyo, tomar mi responsabilidad y separarla de lo demás. Tomé la decisión de seguir con el grupo porque finalmente yo era el que estaba practicando para ser facilitador. Pensé en que lo que había pasado en ese momento era totalmente pertinente y pregunté entonces que pasaba con el grupo. Sabrina comentó que se espejeó en su forma de actuar y de empujar. Caitlin comentó que se sentía identificada con Sabrina. Eulalia se abrió y me dio apoyo. La situación estaba tensa en el grupo. Francisca y Sofía estaban completamente cerradas, me atrevo a pensar de que más allá de lo que pasó conmigo facilitador no era fácil manejar un problema entre ellas quienes siempre han confesado tener una buena relación, personalmente nunca las había visto platicar de una problema en terapia grupal. Muchos terapeutas han desarrollado sus propias ideas sobre la resistencia. Cuando estas ideas no embonan con su metodología o su marco teórico pueden tener repercusiones sobre su forma de actuar (Shub, 2010)
Sentí que debí retomar el proceso con la habilidad de pedir. Ya quedaba poco tiempo y era hora de cerrar. Se me ocurrió terminar con una petición por parte de cada quien. Empecé modelando, dando gracias por la sesión y ofreciendo disculpas. Trabajé un poco con Eulalia en ese sentido y funcionó. Caitlin y Sabrina también participaron. En la etapa del conflicto el facilitador en particular será retado con frecuencia y su habilidad para manejar esto sin ser demasiado defensivo resulta crucial para hacer que el grupo progrese (Philippson, 2004).
En la retroalimentación estaba muy nervioso y empecé validándolo. Fue una sesión muy difícil que movió muchas cosas en mí. Me concentré en darme apoyo viendo lo que había hecho bien porque lo que hice mal consideré que fue muy evidente. Reconozco mi arrojo al aventarme solo, a querer explorar más allá. Sin embargo me doy cuenta que en esta exploración y búsqueda de mi objetivo pierdo de vista las fronteras de la otra persona. Me gustó mucho como me autoregulé cuando la maestra tomó el control, eso quiere decir que tengo muchas más herramientas que antes para domar mi introyecto. Aunque abandoné al grupo cuando no escuchaba a Sofía o a Francisca siento que me quedé con ellos y tuve la humildad suficiente para reconocer mi error y ponerlo en el grupo (aunque mi fenomenología expresaba lo contrario realmente estaba apenado, tal vez necesitaba esa coraza para quedarme con ellos aunque sea así) También me sentía apenado por haber copiado el estilo de un maestro que admiro, me gustó que la maestra me dio apoyo diciendo que cuando alguien está aprendiendo algo, lo primero que hace es tomar como ejemplo a los maestros. Esto lo viví como músico, cuando fui estudiante me gustaba tomar lo mejor de mis maestros pero cuando se trataba de que yo diera clase prácticamente me convertía en uno de ellos. Esto es normal y es bueno que tenga un estilo y una dirección definidos. Mi insensibilidad sale cuando hago las cosas por primera vez, en mi afán de ser el mejor y perfecto paso por encima de los demás. Qué bueno que fue con mi grupo porque me pueden dar contención y apoyo para futuros talleres. Con el tiempo iré puliendo y flexibilizando mi estilo para ponerle cada vez más de mí. La humildad me da fuerza.
Bibliografía
Borja, G. (1995) La locura del loquero. La locura lo cura. Un manifiesto psicoterapéutico. España:La llave.
Philippson, P., Harris, J. (2004). Una teoría Gestalt del trabajo con grupos. Trabajo con grupos. Cap. IX. Xalapa, México:CEIG
Shub, N. (2010) La Psicoterapia Gestalt en el tratamiento de Neurosis. Xalapa, México:CEIG.
*Los nombres usados son pseudónimos para proteger identidad


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