José Antonio Ramón Calderón*
La Conciencia de Sí podría definirse
como un estado alerta en el que el hombre permanece atento de sí mismo y del
entorno simultáneamente. La Conciencia de Sí es la capacidad de dividir la atención entre uno mismo y el
exterior. Esto logra que el hombre nunca
se olvide de sí.
La
experiencia que llega como resultado de compartir la atención entre uno mismo y
el exterior se percibe como “un despertar”. El hombre, tan pronto vive la
Conciencia de Sí, tiene la clara sensación de haberse despertado y de que
anteriormente se encontraba totalmente sumergido en un estado de sueño
psíquico.
Para
comprobar si habita o no en un sueño psíquico, haga el siguiente experimento:
ponga atención sobre usted mismo y sobre el lugar en el que se encuentra
simultáneamente. Es decir, recuérdese
(en el sentido de permanecer alerta de usted mismo y no en el sentido de pensar
en uno mismo). Permanezca atento a su cuerpo (no piense en él). Permanezca
alerta de él. Ahora está usted consciente de sí.
Permanezca
en ese estado. No se olvide de sí mismo y dedíquese a realizar sus actividades
diarias.
Una
vez realizado lo anterior descubrirá lo difícil que es permanecer en este
estado, y no tardará más de unos pocos minutos en olvidarse de usted mismo y
volver a su estado de sueño psíquico.
Minutos,
horas, días o meses después volverá a acordarse de usted mismo y, entonces, en
ese preciso instante, en el acto de volver a recordarse, descubrirá que estuvo
consciente cuando inició el experimento tiempo atrás. Descubrirá también que
dejó de estarlo una vez que se olvidó de sí y que ahora está nuevamente
consciente por el hecho de volver a recordarse.
El
primer paso para salir del estado de sueño psíquico es haber descubierto que
habita en él.
En
el hombre común el acto de recordarse permanentemente
resulta sumamente difícil, ya que tan pronto pasan unos cuantos segundos de
haber iniciado el experimento se olvidará de sí (dejará de recordarse a sí
mismo) para regresar a su estado habitual, el que, como ya he dicho
anteriormente es muy similar al estado de sueño que transcurre mientras el
hombre duerme.
Para
que el hombre despierte del sueño psíquico debe ejercer la voluntad. Tan pronto
la voluntad de recordarse cesa, el sueño psíquico ocupa su lugar.
Una
vez que el hombre ha utilizado la voluntad por largo tiempo para volverse
autoconsciente el nuevo estado se convierte en algo natural y permanente. Mientras no sea permanente el hombre tendrá
la necesidad de ejercer la voluntad para que el estado alerta se mantenga.
Todo
estado de conciencia aparece en un principio a través de chispazos
intermitentes. Es decir, la Conciencia de Sí (como cualquier otro estado de
conciencia superior) empieza a surgir en el hombre poco a poco. Al principio,
el hombre no podrá permanecer por más de algunos segundos alerta de sí. Tiempo
después aumentará el nuevo estado de conciencia, tanto en duración como en
frecuencia e intensidad. Más adelante aún será permanente. Sin embargo, aquel que desee que la
Conciencia de Sí se convierta en algo permanente en su vida tendrá que realizar
enormes esfuerzos para lograrlo.
Cuando
un hombre escucha que habita en un estado de sueño psíquico, podría ocurrir que
se refuerce en él la idea de que es consciente cuando en realidad no lo es.
“Despertar” para un hombre que se ha reforzado de la manera anterior es casi
imposible, ya que pasará la vida “creyendo” que es consciente sin serlo en
realidad.
Por
lo anterior es muy importante que el lector abandone tanto la idea de que es
consciente como la idea de que no lo es. Una vez abandonadas ambas idea estará
en posibilidades de experimentar, por sí mismo, para descubrir si es consciente
de sí o no lo es.
Por
último, debo decir que el hombre no puede vivenciar la Conciencia de Unidad, o
cualquier otro estado superior, sin antes haber pasado por la Conciencia de Sí.
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