Karina Itzel Pérez Díaz
Segundo Semestre
Maestría en Psicoterapia Infantil
Guestalt
Círculo mágico
ha sobrepasado las expectativas que yo tenía del programa, ya que ha sido una
experiencia tan significativa que no sólo me ha dado la oportunidad de aprender
la manera de llevarlo a cabo, sino que
hizo un cambio transcendental en mi vida, en mi persona y en la de los
niños con los que trabajé.
Círculo
mágico realmente hace magia, comprendo ahora el nombre de éste, pues me ha
permitido darme cuenta cómo han cambiado las actitudes, el comportamiento, la
manera de comunicarse y de expresarse de cada niño que participó, y no sólo
ellos, sino también de mi compañera Ingrid y de mi como facilitadoras de este
programa, en tan sólo diez sesiones.
Círculo
Mágico me permitió darme cuenta de las necesidades afectivas que tienen los
niños de la comunidad donde laboro, porque si bien es cierto que ya tenía
identificadas algunas, conocer el fondo de ellas, lo logré gracias a estas
actividades, pues al inicio del semestre uno de los criterios que tomamos en
cuenta para seleccionar a los niños que iban a participar, fue que la mayoría
tenían pérdidas de mamá o papá o familias disfuncionales, nuestro propósito era
trabajar algo de duelo en ellos; sin embargo, en las primeras dos o tres
sesiones, nos dimos cuenta que todos tenían una necesidad en común y más
fuerte, que era las falta de expresión de sentimientos y esto originado a que
muchos ni siquiera sabían identificar cuáles eran estos, no los conocían, a
pesar de que sí los sentían, pues aparte,
viven en un medio donde la afectividad y contacto no es común.
Gracias
a esto, Círculo Mágico me permitió también desarrollar de una manera más consciente
mis habilidades de contacto con los niños, fue una experiencia donde no sólo
ellos aprendieron de mí, sino yo de
ellos. Pude identificar que la habilidad de escuchar realmente no estaba tan
puesta en mí, lo comprendí porque gracias al vínculo de confianza que se creó
entre los niños, me dio la oportunidad de que ellos mismos me lo hicieran ver.
Me permitió darme cuenta de la importancia de establecer promesas o acuerdos de
buen comportamiento, sobre todo para mi trabajo profesional, ya que es algo que
ahora ocupo de manera permanente dentro de mis clases, claro, esto fomentado
por los mismos niños, quienes fueron los que iban llevando lo trabajado en las
sesiones del círculo, fuera de él.
Algo
que al principio me causó conflicto, fue trabajar en conjunto con Ingrid, ya
que teníamos que suspender sesiones ya programadas porque ella no se presentaba
o me ponía excusas para no ir, diciéndomelas el mero día. Realmente fue una
situación que me provocó estrés, sin embargo me di cuenta con ello, que suelo
ser poco tolerante y no me estaba fijando en la resistencia de ella o en su
necesidad, que la hacía no participar, lo trabajé en mi terapia personal y
hablando con ella de manera clara, directa y asertiva, pude decirle cómo me
sentía con su actitud, cómo se sentían los niños porque ella no llegaba y
pedirle su compromiso si decidía seguir trabajando en conjunto conmigo.
Afortunadamente esto nos ayudó a ambas, porque después la comunicación entre
nosotras fue mejor y las sesiones de círculo por consiguiente lo fueron también.
Creo
que el trabajo con los niños en general para mí fue muy satisfactorio, no me
sentí limitada ni inquieta en el momento de las sesiones, y esto se lograba
trasmitir a los pequeños pues ante la cámara que los grababa no se mostraron
tensos, ni nerviosos, ni curiosos y pudimos controlarlos de manera adecuada a pesar de que eran trece
niños.
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