La sesión de este martes fue
nuevamente sorpresiva.
Sinceramente no recuerdo
cómo iniciamos el trabajo, pero dos compañeros estaban afectados por la clase
pasada. Yo trataba de entenderles y como siempre me pasa, siento la
preocupación por no empatizar desde la emoción. Yo trataba de entender y sabía
que lo que ellos estaban expresando era doloroso, para ellos y que desde la
razón yo lo entendía, lo comprendía y los acompañaba. Nuevamente hubo espacios
de no estar en el momento, y aunque estuviera en el lugar, mi pensamiento no
eran mis compañeros, mi pensamiento estaba en otra persona, mi mirada
descansaba en ellos pero no los miraba a ellos. Mi preocupación, mi sentir, mi
atención, mi interés, mi ansiedad, todo mi yo estaba en otro lugar.
Pasaba de estar allá hacia
acá y de mi interior a mi exterior. No tenía casi energía, había sido una tarde
con mucho interés por estar ahí pero sin energía para más. Me había sentido muy
débil antes de llegar a clases, estuve sin ánimo de convivir, me había sacudido
algo en la primera clase, y en otra me había negado a trabajar. No me sentía
bien, realmente no me sentía bien. En
eso estaba pensando cuando de pronto, uno de los facilitadores, hizo el
comentario acerca de algunas caras o expresiones y fue cuando me percaté que estaba cambiando
la dinámica así que cambié mi postura o
mi atención pretendiendo no llamar la atención pero fue imposible,
probablemente me había estado observando y no me percaté. Fue entonces que
mencionó mi nombre y lo hizo tan directo que nuevamente me vi sin oportunidad
de desaparecerme entre los demás como acostumbraba hacerlo.
No recuerdo la pregunta, el
comentario o la observación hacia mí, sólo escuché mi nombre y me dí cuenta que
de nuevo toda la atención se volcaba hacia mí. Sólo que esta vez estábamos en
círculo y todos me veían directamente. No sé qué dije pero me molestó no poder
voltear a otra parte, mi energía estaba tan baja que no tenía ganas ni de
enojarme, pero sentí molestia, esta vez no quería saber nada, no me sentía bien
y con esto, yo sólo quería que siguieran con su compartir los demás y me
dejaran tranquila. Se me preguntó qué pasaba y
dije que nada. Me preguntó que sentía con lo que decían mis compañeros y
con la molestia de empujarme a hablar y sin fuerzas, no quise defenderme así
que simplemente dije lo que sentía: “nada, no siento nada”; de momento se acercó directamente hacia mí y me molestó
pensar que tuviera que exponer razones de esto, no quería pelear, no tenía
fuerzas para soportar la confrontación en ese momento. Aun así me dijo que se
los dijera y al voltear a decírselos vi a mi compañera con una expresión de
incertidumbre, al decirle que no estaba sintiendo nada sentí algo, quizá
remordimiento, no sé qué fue pero sentí que al exhalar se escapaban las pocas
fuerzas que tenía. Hoy no tenía ansiedad, hoy no tenía prisa, hoy no. Cómo hacerles comprender mi incapacidad para
desarrollar otros sentimientos que no sean alegría o enojo.
Cuando se los dije y me
pidió que se los repitiera exagerando los movimientos de mis manos, traté de
hacerlo pero me incomodó la mirada de mi compañera y quise justificarme
diciendo que empatizaba con ellos desde la razón pero no desde la emoción, pero
que yo… (me seguía justificando, no quería que sintieran todos que no me
importaban). Al pedir que levantara la voz y se los volviera a decir se los
dije tratando de que me comprendieran a mí. Ante esto, otra compañera me dijo
que se había acercado a mí durante la tarde y me había comentado algo y que mi
actitud fue muy dura que incluso pensó que me había enojado con ella; algo así
me dijo mientras yo pensaba que quizá me encontraba en mi acostumbrado diálogo interno y por eso no me había dado
cuenta de nada, y me dolió saber que no la había recibido, e incluso ni
siquiera supe de qué momento me hablaba.
En ese momento se me
pidió que me pusiera de pie, oh no! No
este día. Ya había sido mucho pensé y ahora esto, no! Pensé rápidamente en
negarme pero por fin me levanté. El facilitador estaba atrás y me pidió pararme
de frente y me dijo que le mirara con
enojo, yo sólo le vi con la molestia de tener que hacer el esfuerzo por sacar
mis cosas, y me pidió más enojo entonces
sentí su mirada que me retaba y me veía
como queriéndome minimizar y me empecé a enojar un poco y luego me dijo que me
iba a tocar, me sorprendí, no sabía a qué se refería, de momento pensé que me
iba a empujar. Subió su mano y con su pulgar me empezó a oprimir bajo el cuello
y me molesté al sentir que me dolía el tórax. Siguió apretando y me empezó a
doler pero me enojé y entonces no me quise retirar a pesar de que el dolor se
expandía. Lo volvió a hacer y me dolió más pero me acomodé para resistirlo.
Entonces de momento me di
cuenta de que el otro facilitador estaba ahí, junto a mí, mientras el dolor se
expandía por la continua opresión y apretó más aún y el dolor era en todo el
tórax, no sé si me empujó con la otra mano, no lo sé, no recuerdo, entonces de
momento tomé sus brazos impidiendo que me siguiera lastimando pero no se retiró
y percibí su intención de volverlo a hacer entonces mi reacción fue detenerle
nuevamente los brazos para evitarlo, pero había una actitud retadora en su
brazos y tuve que reaccionar de igual forma, alejándole de mí.
Me pidió entonces que
escogiera a alguien para trabajar conmigo y escogí a un compañero, quien estuvo
dispuesto a hacerlo. Me pidió entonces que trabajara sobre el problema con mi
papá, (me sorprendió que recordara que en esa relación con mi papá había
surgido mi peor introyecto) entonces me pidió que viera a mi compañero como si
fuera mi papá y le dijera algo, no sentí nada y entonces le pedí que me viera
con enojo pero no encontré más que su presencia, entonces me preguntaron qué le
quería decir, y expresé que porqué había
tenido esa indiferencia contra mí, que yo había defendido a mi mamá y que me
había dolido su rechazo, luego se me pidió que hablara más fuerte pero la
actitud de mi compañero era muy suave y yo quería que me confrontara, eso
empecé a sentir, deseos de enfrentarlo y decirle lo que había provocado en mí,
tristeza, confusión, y que nunca le importaron mis sentimientos, mientras le
decía esto, él se retiró y me dio la espalda entonces quise ver la fuerza de mi
papá que me daba al principio tanto miedo y que poco a poco me impulsaba a
retarlo y le dije que me enfrentara como
lo había hecho tantas veces, entonces creo que lo empujé y no hubo
ninguna reacción entonces me fui empujándolo, sentía que la sangre empezaba a
correr por todo mi cuerpo y quise molestarlo para provocar una reacción, le
hablaba y le hablaba y trataba de molestarlo porque ya tenía la fuerza suficiente
para sacar mi enojo, pero me seguía encontrando con eso que siempre recibí de
él, su indiferencia. (Seguí empujándolo hasta que ya no pudo echarse más
atrás.)
No le había importado lo
que pensaba, no le había importado cómo me sentía. Terminé diciéndole que lo
que había provocado en mí era hacerme fuerte e indiferente a él, y que del
enojo sacaba fuerzas; al decirle esto me sentí mejor y le vi lo positivo a no
sentir algo que me haga sentir débil.
Finalmente, se me pidió que
cerrara los ojos y respirara hondo y pensara que había otras personas que me
acompañaban y volteé atrás y vi a mis compañeros. Le agradecí a cada uno. Me había quedado con
mucho por sacar, y sentía todavía esa emoción en todo mi cuerpo, ese deseo de
confrontar, ese deseo de retarlo y mantenerme frente a él disfrutando verlo
igualado en actitud. Él había disfrutado de molestarme, agredirme con su
desprecio, despotismo y con su indiferencia y los últimos años que vivió con
nosotros empezó a recibir de mí lo mismo, confrontación, rechazo e
indiferencia.
Al pensar en esto vi que el
otro facilitador que había observado toda esta dinámica me hizo la seña de que había hecho un buen trabajo y
me dió mucho gusto pero estaba sintiendo que bajaba considerablemente mi
energía y en eso lo vi venir hacia mí y vi que sus brazos se abrieron hacia mí…
y me abrazó… cerré los ojos y mi respiración fue muy profunda… sentí su cuello
en mis ojos, sentí su calor, su cercanía era tan especial. Sus brazos fuertes
me hicieron sentir protección, sentí una gran calma, como si regresara a casa
después de un largo viaje, sentí como si estuviera esperándome, este abrazo
nadie lo había sugerido hoy, había surgido de él y lo sentí muy importante para
mí.
GRACIAS, MUCHAS GRACIAS POR ESTA EXPERIENCIA.
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