Ana María
González Garza
Cuando
pienso que generalmente se entiende por educación instruir, hacer aprender,
impartir conocimientos, modelar, reprimir, obligar a memorizar, dirigir, hacer
saber, etc., comparto con Rogers su reacción negativa a la educación tradicional.
Lo que yo aprendí durante mis años escolares ha cambiado tanto que pienso en la
cantidad de tiempo y esfuerzo durante aquellos años. La física, la genética, la
química, la biología, la sociología, etc., han avanzado al grado de que
actualmente los conocimientos que aprendí son anticuados y casi inútiles; las
matemáticas y la gramática que me enseñaron son “primitivas”; las capitales del
mundo y la división geográfica que memoricé ahora son otras. He necesitado
aprender a aprender para no quedarme como un archivo pasado.
Ante
esta perspectiva, Rogers presenta una nueva visión de la educación basada en la
facilitación del aprendizaje significativo:
Nos enfrentamos a una
situación completamente nueva en la educación en que la meta de esta, para
sobrevivir, es la facilitación del cambio y del aprendizaje. El único hombre
educado es el que ha aprendido como aprender, adaptarse y cambiar; el hombre
que se ha dado cuenta de que ningún conocimiento es seguro, que únicamente el
proceso continuo de buscar el
conocimiento proporciona una base para la seguridad. El cambio, una confianza
en el proceso más que en el conocimiento estático, es lo único que tiene
sentido… Al liberar la curiosidad, permitir que los individuos se
responsabilicen de ir por nuevas direcciones dictadas por sus propios
intereses; promover la curiosidad y el interés por indagar e investigar; abrir
todo al cuestionamiento y a la exploración y reconocer que todo se encuentra en
proceso de cambio, lo aprendido no podrá olvidarse… De tal contexto surgen
verdaderos estudiantes, científicos, escolares y practicantes creativos; es la
clase de personas que pueden lograr vivir en armonía y en continua apertura al
cambio.
Pero, ¿cómo lograr que este
proceso se realice? De acuerdo con Rogers, facilitar el aprendizaje tiene sus
cimientos en la relación interpersonal que se entabla entre maestro y
estudiantes, y entre éstos. Cuando el educador puede relacionarse como persona
con sus educandos y compartir con ellos sus experiencias; cuando se comunica
realmente y valora la comunicación y la relación tú–yo, se convierte
verdaderamente en un facilitador del aprendizaje y se desarrolla y evoluciona
junto con el grupo.
Rogers dice que la relación
interpersonal es “la misteriosa empresa de comunicarse y relacionarse con otros
seres humanos”. Es misteriosa porque cada ser humano es infinito, único,
indivisible, individual e irrepetible y tiene un mundo interior lleno de
tesoros, misterios, sorpresas que sólo por medio de su comunicación pueden
darse a conocer a otros, por lo que queda siempre en el interior algo de
misterio, que de acuerdo con Rogers, nunca logra comunicarse plenamente.
Después
de comprender la necesidad de una relación interpersonal para que se realice un
aprendizaje significativo, y el papel que la comunicación juega en esta
relación, a continuación analizaremos algunos elementos importantes de la
comunicación humana.
Comunicación
Toda
actividad social postula intercambios de informaciones entre miembros de un
mismo grupo o de grupos diferentes. “Una sociedad está constituida por
individuos y grupos que se comunican entre sí.” La forma en que se efectúan
estos intercambios condiciona las relaciones entre los hombres. Conocemos la
ambigüedad de las palabras entender y
comprender, así como el sinnúmero de
palabras que pueden expresar cosas muy distintas y se utilizan como sinónimos.
Por esto A. de Saint-Exupery en su obra El principito dice: “El lenguaje es
fuente de equívoco”. En efecto, en la época actual el lenguaje es muchas veces
la causa de problemas, malos entendidos e incluso guerras.
Vivimos
como en una torre de Babel en la cual los grupos humanos son cada vez más
complejos y diferenciados, por lo que se da una gran incomunicación. En las
organizaciones y los grupos sociales de toda índole surgen obstáculos que
impiden el entendimiento y la comprensión entre los seres humanos. De ahí la
importancia de la comunicación.
Por
comunicación se entiende el conjunto de procesos físicos y psicológicos
mediante los cuales se efectúa la operación de relacionar una o varias personas
(emisor) con una o varias personas (receptor) al fin de alcanzar determinados
objetivos.
En
el proceso de la comunicación el individuo comienza a ser persona cuando es
capaz de relacionarse con los otros, rompe con el egocentrismo de la infancia y
puede, por lo tanto, entablar relaciones interpersonales con sus semejantes.
Existen
varios niveles o grados de comunicación que dependen de la profundidad del
riesgo que se corre y del compromiso que se entabla con los demás al
comunicarse.
1.
Nivel
neutro. La comunicación que se establece en este nivel, que es el más
superficial, supone una relación entre personajes más que entre personas. En
ella se cuida lo más posible la intimidad con mil mecanismos de defensa que
impiden a otros penetrar a nuestro mundo íntimo, el mundo de nuestros valores,
aspiraciones, sentimientos, vivencias, actitudes de vida, etc. Con este tipo de
comunicación podemos movernos en un campo de relaciones superficiales donde
nuestra personalidad puede desenvolverse sin los riesgos de un compromiso con los
demás.
Esta
comunicación se presenta en los papeles que jugamos en nuestra vida; cada uno
representa varios papeles sociales entre los que destacan el profesional y el
vocacional o laboral; es decir se comunican imágenes sin rostro. Asimismo, este
tipo de comunicación existe en las relaciones de trabajo y cargos en equipos
que tienen como finalidad producir.
La
característica de estas relaciones es la despersonificación que significan,
porque tanto el emisor como el receptor se identifican totalmente con lo que se
supone es la reacción de determinada clase o sector social. Debido a que en
este tipo de comunicación no se mezcla nada personal, se produce la
susceptibilidad, la incapacidad de comprender las intenciones de los otros,
pues en realidad desconocemos las personas con quienes tratamos.
2.
Nivel exterior. Nos comunicamos acerca de
nuestro entorno, lo cual no implica para nosotros ningún riesgo. En este nivel
se colocan nuestras conversaciones sobre el tiempo, la política, lo teórico o
científico. Los chistes suelen tener el sentido de evitar la manifestación
interior y quedarse en un nivel superficial.
3.
Niveles interiores. Estos niveles afectan
directamente a la personalidad y suponen alguna manifestación de nuestra
intimidad; asimismo, pueden ir de menos a más profundidad.
a)
La
periferia de la intimidad: experiencias de trabajo o acción, intereses
profesionales o personas, gustos y pasatiempos, relaciones familiares,
amistades, etcétera.
b)
El
centro de la intimidad: el campo de las vivencias. Nuestro basto mundo interior
es mucho más rico y variable que el exterior, pero mucho más difícilmente
comunicable; cada uno podría describirlo de la manera más diversa, pero tal vez
-de una u otra manera- las realidades serían las siguientes:
·
Los
sentimientos y las emociones: lo que sentimos hacia los otros, los
acontecimientos y nosotros mismos.
·
Los
valores: cómo valoramos el mundo y las personas; cuál es en definitiva nuestra
jerarquía de valores.
·
Las
experiencias vitales: nuestra historia íntima con sus éxitos y fracasos;
nuestros deseos y esperanzas; qué esperamos de la vida y qué plan nos hemos forjado
sobre nosotros mismos y la historia.
·
Las
actitudes ante la vida: qué posiciones íntimas hemos tomado ante la vida;
cuáles son las actitudes fundamentales ante la vida que definen nuestra
personalidad y explican el porqué de nuestras reacciones.
En todos estos procesos podríamos
colocar el proceso de la comunicación. Es patente la dificultad experimentada
en nuestro mundo por entrar a niveles más profundos e íntimos, debido a que
solamente pueden comunicarse “personas” que se sienten definidas y libres, y
que buscan en el otro lo personal en un ansia de enriquecimiento y donación.
Pero desgraciadamente la experiencia más común en nuestro mundo es la manifestación,
la despersonalización contra la cual debemos luchar. Para muchas organizaciones
dejamos de ser personas y nos convertimos en un número, el del acta de
nacimiento, la licencia, el pasaporte, el expediente médico, el expediente
universitario, el número de lista de la escuela, etc. Esta despersonalización
es la causa de que exista una incomunicación tal que crea problemas de toda
índole y magnitud.
Tomado de:
González,A.M.
(1987). El enfoque centrado en la
persona. Aplicaciones a la educación. Trillas:México
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