El duelo
El
concepto de duelo forma parte también del proceso amoroso. Continuamente se
hacen duelos. Todo proceso implica cambios; los cambios implican pérdidas,
cosas que dejas y, por lo tanto, despedidas y duelo, dolor.
Aceptar
la transformación del enamoramiento idealizado a la vivencia de un amor con
realismo implica un duelo. Las crisis de pareja son situaciones de duelo: algo
se rompe, algo se deja atrás en cada una de ellas. Pero los duelos ayudan también, no
solo a cancelar cosas sino a cambiar y a disponerse para los cambios.
Todo
duelo implica cancelaciones y generalmente un cierto sufrimiento.
El
desamor, como todo cambio, tiene unos ritmos, como comentaba anteriormente.
Puede suceder como el enamoramiento- de forma rápida, bruscamente, de forma
lenta, poco a poco, unidireccional o bidireccional. Evidentemente es más
llevadero en este último caso, y además, cuando se da lentamente, con tiempo
para asumirlo e integrarlo. Pero difícilmente hay esa sincronía en las
relaciones.
¿Qué
duelos has hecho en tu vida?
Aprender
a despedirse, aprender a reciclar
Quizás no
nos damos cuenta pero a lo largo de nuestra vida estamos diciendo adiós
continuamente. Adiós a nuestra infancia cuando entramos en la pubertad, a
nuestra adolescencia cuando entramos a la juventud, a la juventud de nuestros
cuerpos cuando nos hacemos más mayores, a nuestros hijos/hijas cuando crecen,
crean sus espacios de independencia o cuando dejan la casa; adiós a nuestros
padres –aquellos de nuestra infancia- y a la relación que tuvimos con ellos, al
trabajo que hemos tenido, a la casa en la que vivimos, a una amiga que se
desplaza o que ya no consideramos como tal, a un amigo que muere, a un amor que
deja de serlo… Cada periodo de nuestra vida deja atrás cosas irrecuperables –lo
que ha sido, ha sido- porque es el pasado. El presente es otra cosa, contiene
elementos del pasado pero es otra situación abierta a otras posibilidades y
contiene el germen de futuro, que tampoco existe.
En cada
momento presente –lo único real- estamos diciendo adiós a algo y abriéndonos a
nuevas posibilidades vitales. Pasado y futuro están integrados en el presente,
pero lo único que de verdad existe es el presente. El pasado ya no existe, el
futuro no sabemos cómo será.
Sin embargo,
frecuentemente vivimos más en el pasado o en el futuro que en el presente.
Dedicamos gran parte de nuestra vida a quejarnos de lo infelices que fuimos en
nuestro pasado (por culpa de nuestra madre, nuestro padre…nuestra pareja…) y
con ello tratamos de justificar nuestra infelicidad actual sin hacer nada por
cambiarla y quedándonos en la queja. Es como si
continuáramos peleándonos situados/as en el pasado y esperando
que ese pasado cambie. Y así, como el pasado no puede cambiar, vivimos la vida
amargamente, sin darnos cuenta de que la llave de nuestro bienestar consiste en cómo situarnos en el presente. Sea como haya sido el pasado, hemos de
poder integrarlo –extraer lo positivo- para nuestra vida actual, y ver cómo
hacer para que nuestra vida actual sea como queramos que sea, situarnos en
ella, vivirla lo mejor posible teniendo en cuenta las circunstancia externas,
internas, los condicionamientos, etc.
Vivir el
presente implica estar disponible para ir diciendo adiós al pasado, para cerrar
episodios, etapas de nuestra vida. No para olvidarlas, sino para integrarlas
como experiencia vital con todo lo bueno y malo que tuvieron y para poder
integrarlas en su conjunto como una experiencia de aprendizaje para el
presente. “Se puede
perdonar pero no olvidar”, me comentaba la terapeuta Monique Fradot. Sí, creo
que lo que “olvidamos” realmente no queda eliminado, sino que queda almacenado
a nivel inconsciente, enquistado y a la larga actúa sin darnos cuenta y nos
hace daño. Lo que recordamos –aunque sea con dolor- y podemos perdonar tras
todo el duelo que haga falta, lo reciclamos emocionalmente y lo reconvertimos
en experiencia positiva. “Para olvidar hay que recordar” según diría A.
Mastretta.
Referencia Bibliográfica
Sanz, F. (2005). Los vínculos amorosos. Amar desde identidad en la terapia de reencuentro (5a Edición). Barcelona: Kairós.
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