Miguel y Catalina habían estado casados por veinticinco años. Ambos eran exitosos en su
profesión, con cuatro hijos que se llevaban varios años de separación. Miguel y Catalina eran padres maravillosos que veían por sus hijos y acudían a todas sus
actividades. Habían hecho un gran trabajo con los hijos, y todos iban muy bien.
Sin embargo, gradualmente, a
través del tiempo su relación se fue centrando exclusivamente en los hijos.
Raramente salían los fines de semana, y si lo hacían, iban con otras parejas
cuyos niños eran amigos de los suyos, o iban a funciones y actividades
dirigidas a niños. Casi no pasaban tiempo solos, no manejaban conflictos y no
pensaban sobre lo que su relación necesitaba. Pensaban que eran felices y se sentían muy orgullosos por los
logros de sus hijos.
Pero había un gusano escondido en
la manzana de Miguel y Catalina. Algo estaba pasando en su relación y ni siquiera
lo registraron debido a que al principio era muy vago. Debido a que no habían
hecho de su relación lo más importante de su vida y a la otra persona también
la más importante, a través del tiempo su emoción, conexión, habilidad para
estar juntos y tener romance se fueron erosionando. Esto no pasó debido a que
no les importara la otra persona, sino porque no comprendieron la importancia
del compromiso. Cuando su hijo más pequeño llegó a la adolescencia, Miguel y
Catalina se paralizaron al darse cuenta de que no eran más que buenos amigos.
Ya no había ninguna pasión o una conexión emocional poderosa entre ellos.
Parte de mantener el amor a través del tiempo es invertir, como ahora ya lo sabes. Parte del compromiso para
mantener esa inversión es recordar siempre que es la relación más importante en
tu vida, por encima de los hijos, el dinero, carrera, o lo que sea. Muchas
personas expresan sorpresa al escucharme decir que la relación es más importante
que los hijos. No quiere decir, sin embargo, que los hijos no sean importantes
o que no deban ser el centro de muchos momentos en nuestra vida. Pero con
demasiada frecuencia, los niños se vuelven la relación. Los padres se centran
en lo que los niños hacen y en tomar el lugar de los niños y se olvidan acerca
de ellos.
Es demasiado fácil permitir que una relación se hunda en las prioridades a través del tiempo, y quede perdida entre llevar niños, actividades escolares, responsabilidades del trabajo y todo tipo de distracciones. La pareja se olvida de comprometerse para asegurarse que su relación se alimente de lo necesario para mantenerla viva.
En el libro de Corazón a Corazón (Shub: 2014) se enfatiza el acto esencial de hacer ese compromiso y revisarlo, lo que ayuda a sensibilizarnos para darnos cuenta si nuestra relación se está deslizando de ser la prioridad número uno frente a todo lo que estamos tratando de lograr en nuestra vida diaria.
Traducción: Guadalupe Amescua y María Elena Cortes.
Tomado de: Shub N. (2014). De corazón a corazón, Xalapa: CEIG Editorial.
Tomado de: Shub N. (2014). De corazón a corazón, Xalapa: CEIG Editorial.
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