Ir al contenido principal

La experiencia corporal como experiencia del sí mismo


De inicio llegué tarde e interrumpí la clase (así sentí), cuando mis compañeros ya estaban concentrados y sentados frente a frente, al momento de ver la puerta cerrada me tensé, mis hombros de una manera muy dolorosa, lo noté y en ese momento supe que estaba siendo muy duro conmigo por llegar tarde, incluso como un autocastigo; al momento de tocar la puerta para poder pasar acaloré mi rostro y apreté muy fuerte mi mandíbula, corté mi respiración a manera de que no se notara que estoy respirando… lo escribo y vuelvo a comprimir mi mandíbula, aquí y ahora me endurezco y esa es mi existencia (Kepner, 1992, p. 5).
Puse mi mochila en el suelo y me dispuse a trabajar con mi compañera, me senté en el alfombrado y la vi a los ojos, sólo la vi a los ojos. La indicación de la maestra fue: siente tu cuerpo, siente e identifica si estás tenso, si te duele o si hay algo en tu cuerpo que te incomoda, quédate ahí y sólo observa; seguí la indicación y noté de manera rápida que estaba tensando mis hombros y tensando mi abdomen, dolía sólo eso sentía, le platicaba esto a mi compañera y noté que al hacerlo consciente se estaba intensificando mi sensación de incomodidad y dolor, quería moverme, estirarme, quitarme de ahí, sin embargo parte del trabajo es quedarme en esa incomodidad, en esa sola posición y darme cuenta de lo que estaba experimentando en ese momento. (Es curioso y mágico el efecto de escribir lo que viví; en éste momento que estoy escribiendo la bitácora y después de haber leído el subtítulo de Kepner “LA EXPERIENCIA CORPORAL COMO EXPERIENCIA DEL SÍ MISMO” (1992, p. 4) me doy cuenta que eso es lo que hago las veces que me siento incómodo o con dolor, trato y tengo el deseo de huir, de moverme, me cuesta permanecer en las situaciones dolorosas, prefiero evitarlas a toda costa…)
Cuando la maestra nos pide que le demos una cualidad o una característica a ese dolor o malestar corporal, vi como unas raíces gruesas de color carne salían de mi pecho, de mis hombros y bajaban por todo mi cuerpo hasta llegar al suelo y las vi abriéndose paso por la alfombra tirando de mis hombros, jalando mi ser hacia abajo, haciéndolo pequeño, comprimiendo todo mi cuerpo. Si traduzco esto a mi manera de existir suena así: Veo como me hago pequeño, me tiro al suelo, me jalo hacia abajo, comprimo mi respiración para encogerme lo más que pueda.

“Yo me encojo y esa es mi existencia” salió de mi alma, salió de mí mismo. Lo dije seis veces y esto fue lo que pasó en cada una de las repeticiones:
Yo me encojo y esa es mi existencia (me apreté aún más),
Yo me encojo y esa es mi existencia (me comprimí),
Yo me encojo y esa es mi existencia (ahogué mi dolor),
Yo me encojo y esa es mi existencia (empecé a sentirme triste y en este momento siento tristeza al recordarlo),
Yo me encojo y esa es mi existencia (viví mi tristeza y lloré),
Yo me encojo y esa es mi existencia (sollocé y me sobé).

Hasta que descubrí lo pequeño que me hago, cuanto me encojo y como es que vivo mi vergüenza, pude pacificar mi corazón; ya más tranquilo terminamos el ejercicio y nos sentamos en círculo.
Sólo pocos compartieron su sentir y lo que vivieron, la maestra se dio cuenta de eso y mencionó las resistencias, pude ver que me encojo para no decir nada, para no hablar, y trato de desaparecerme para no ser captado por la maestra y no participar, me di cuenta de eso y lo que hice fue decirlo al grupo, les dije que me hacía pequeño, que evitaba respirar fuerte para no ser captado y pasar desapercibido, para desaparecer por completo, ella me respondió que esa era mi tarea, decir que en este aquí y ahora me estoy encogiendo, notarlo y poder reportarlo, esa es mi tarea.

Hugo Saith Martínez Arroyo
Bitácora de Bioenergética y Procesos CorporalesMaestría en Psicoterapia Gestalt


Referencia bibliográfica:
Kepner, J. (1992). Proceso corporal. Un enfoque Gestalt para el trabajo corporal en psicoterapia. México: Manual Moderno. 

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Día de muertos 2011.

Alfredo Amescua V. CESIGUE, Xalapa, Veracruz Llegó y pasó una celebración más del día de muertos. Desde el de hace un año, hubo dos fallecimientos de personas muy cercanas a mí y a mi familia. En este día los recordamos a ellos y a los otros seres queridos que murieron en años anteriores. Mi mujer hizo un bello altar, una bella ofrenda para ellos. El camino de flores de cempaxúchitl para indicarles a los muertos el camino hacia el altar, pero también un camino que nos lleva a la reflexión Y desde luego, en muchos hogares la gente hace sus propios altares, sus propias ofrendas… Día de muertos, una ocasión no sólo para recordar a los que ya se fueron sino para meditar sobre la muerte misma. Para meditar sobre nuestra propia muerte. Muy pocas veces pensamos en ella, yo no diría que pienso que nunca voy a morir. Pero tampoco estoy realmente consciente de que eso es lo único seguro que tenemos en esta vida. Algún día moriré, puede ser hoy, mañana, en unos meses, en unos años. Y me pong

Habilidades de contacto

Eduardo Carlos Juárez López Alumno Estudiante de Maestría en Psicoterapia Gestalt  Darme cuenta Considero que es la habilidad básica de cualquier proceso terapéutico. Es algo que he estado trabajando desde mi primera sesión de terapia Gestalt en 2005. Desde entonces hasta ahora me doy cuenta del gran avance que he tenido y seguiré teniendo. Me doy cuenta de mi voz: es grave, varonil y le gusta mucho a las personas. Suele ser dura cuando quiero imponer mi razón sobre los demás. Su ritmo es fuerte. También sé sensibilizarla si la situación la amerita. Sé que le pongo adornos según la situación, la hago más grave cuando estoy con una chica que me agrada y hago cierta inflexión cuando quiero llamar la atención de un grupo de personas. Mi mirada es de una persona necesitada de cariño, trato de camuflar mi vacío interno y mi poca auto aceptación seduciendo a los demás con mi carácter atento y amable. Mi tacto es gentil sin embargo cuando me enojo mis ojos y mi mirada se vuelven os

Libros gratis

Puedes bajar este libro de Ángeles Marín en formato PDF, desde el blog de la Psicóloga Ivonne Patricia Rueda Rey de Bucaramanga, Santander, Colombia. Al hacer clic en el título de éste artículo te llevará directamente a la página dónde se encuentra el vínculo para descargar el libro. Manual práctico de Psicoterapia Gestalt Ángeles Marin Respecto a este libro, Ivonne comenta: Desde la psicología, y más específicamente desde la Gestalt, tratamos de que las personas aprendan a conocer su comportamiento, que amplíen sus recursos creativos y conozcan modos nuevos de funcionar, no sólo a través de técnicas y ejercicios, sino también del desarrollo de capacidades nuevas, promoviendo experiencias y facilitando el intercambio con el mundo. (...) El Manual práctico de psicoterapia Gestalt expone de forma sencilla y amena los conceptos básicos de la Terapia Gestalt, n o sólo a los terapeutas gestálticos sino a cualquier persona que se aproxima. Su lectura aporta una visión panorámica de

Reseña del libro "CÓMO HACER QUE LA GENTE HAGA LO QUE USTED QUIERE."

Reseña del libro CÓMO HACER QUE LA GENTE HAGA LO QUE USTED QUIERE . Prabbal,  Frank Gustavo Bello Jefe del Departamento de Relaciones Públicas. CESIGUE rrpp@cesigue.edu.mx “La comprensión profunda de la mente humana ha sido entendida y aprovechada durante años por las personas exitosas. A medida que vaya dominando esta habilidad, se dará cuenta de que los negocios y el dinero son producto de las relaciones públicas. Aprenderá los secretos para construir vínculos duraderos y dominará las técnicas para hablar y escuchar inteligentemente: halagar, ser delicado al criticar, ser agradecido y conversar con efectividad; este libro, escrito en un estilo convencional, y bien ilustrado, le ayudará a conseguir éxito en la vida.” El autor comienza aclarando el término manipulación la cual se entiende como administrar con habilidad. Por si misma la manipulación es neutra, pero la intención detrás de la manipulación la hace positiva o negativa. El éxito necesita una red de persona

Un payaso triste de ojos azules

Quiero contar una experiencia personal relacionada con la pintura, vivida esta vez no como facilitador, sino como un hombre de 45 años de edad, al participar en un taller con otras siete personas. Llegué con ganas de pintar la cara sonriente de un payaso. Con energía empecé a pintar la forma oval de la cabeza, la nariz como una pelota roja y los ojos azules lindísimos. Me faltó hacer la boca. La hice y… ¡me aterré! El payaso me estaba mirando con una angustia desnuda. Empecé a borrar esa boca cubriéndola con color blanco. Me sentí pillado cuando mi terapeuta vino corriendo y me preguntó “¿Qué haces?” Molesto con su intervención, contesté con cierta obstinación: “Quiero pintar un payaso alegre. Pero este me mira con angustia.” Ella me miró y dijo: “¿Qué pasaría si sigues pintando este mismo payaso lleno de miedo?” Yo: “No me agrada”. Ella: “Lo sé. Prueba, y si después quieres, puedes borrar esa boca “. Yo, aún molesto: “Bien, voy a ver”. Con pocas ganas miré a mi payaso. Pensé: