Cada vez me parece más confirmada mi vieja idea de «las raíces morales de la inteligencia». Mi convicción de que sin una considerable dosis de bondad se puede ser «listo», pero no verdaderamente inteligente. Julián Marías Real Academia Española Y esto responde, más que a una preocupación moral, a una evidencia intelectual: la de que la inteligencia consiste sobre todo en abrirse a la realidad, dejar que ella penetre en la mente y sea aceptada, reconocida, poseída. Es frecuente que la agudeza, la «listeza», coincida con la maldad, a veces se las asocia; pero si se mira bien se ve que no se trata de inteligencia, es decir, de comprensión de la realidad, sino de su utilización o manipulación. Por eso hay que estar atento al grado de apertura o cerrazón de las personas, sobre todo de aquellas que pretenden manejar lo real, interpretarlo o explicarlo. Es característico del hombre inteligente el «esperar», no precipitarse, dejar que lo que aparece ante los ojos o intenta penetrar por el o...