¡Qué sensual eres!, ¡qué gusto tenerte y que seas tú quien me acompañe por el caminar de mi existencia!
Te voy a confesar algo: me es difícil aceptarte tal cual eres, y no encuentro explicación a esto puesto que sé bien que eres perfecto. No entiendo el por qué de mi exigencia hacia ti. No eres tú sino yo, soy exigente con todo… quizá no me gusta la panza flácida, las arrugas que se asoman y el peso extra… no sé, es como estar aferrada a las reminiscencias, a no darme cuenta de que los años nos han pasado a ti y a mí por igual... Al mismo tiempo me siento muy cómoda contigo, es una paradoja.
Haciendo a un lado esta exigencia que tengo puedo distinguir que hay en mi interior un reconocimiento profundo y sincero de que me acompañas, me contienes y me proteges. Sé dentro de mí, que tu estructura me ha defendido de los peligros que yo misma he creado. ¡Eres mi cómplice! Y te agradezco que te alíes a mí, eres mi mejor amigo y más que eso eres mi YO o yo soy un TU.
Sé que eres bello y funcional. Eres perfecto y te admiro y te amo mucho. Me encanta acariciar tus manos, en especial tus manos, mis manos; hay algo en ellas que es casi mágico, tantas sensaciones, tanta fuerza, tanta dulzura y tanta ternura.
Gracias por ser sólo mío… a veces tengo miedo de que envejezcas y enfermes, tengo miedo de no lograr mantener el equilibrio de nuestra salud. Yo con mi mente y mis pensamiento y tú como receptáculo de éstos, pero a la vez siento una extraña confianza en tu fortaleza... eres fuerte, tan fuerte como yo. Gracias por ser mi compañero de batallas, de alegrías, de sinsabores, de gozo y de esperanza…
Lourdes Arriaga es alumna de tercer semestre de la Maestría en Psicoterapia Gestalt, CEsIGue, Xalapa. Trabajo realizado en la materia: Bioenergética y Procesos Corporales
Te voy a confesar algo: me es difícil aceptarte tal cual eres, y no encuentro explicación a esto puesto que sé bien que eres perfecto. No entiendo el por qué de mi exigencia hacia ti. No eres tú sino yo, soy exigente con todo… quizá no me gusta la panza flácida, las arrugas que se asoman y el peso extra… no sé, es como estar aferrada a las reminiscencias, a no darme cuenta de que los años nos han pasado a ti y a mí por igual... Al mismo tiempo me siento muy cómoda contigo, es una paradoja.
Haciendo a un lado esta exigencia que tengo puedo distinguir que hay en mi interior un reconocimiento profundo y sincero de que me acompañas, me contienes y me proteges. Sé dentro de mí, que tu estructura me ha defendido de los peligros que yo misma he creado. ¡Eres mi cómplice! Y te agradezco que te alíes a mí, eres mi mejor amigo y más que eso eres mi YO o yo soy un TU.
Sé que eres bello y funcional. Eres perfecto y te admiro y te amo mucho. Me encanta acariciar tus manos, en especial tus manos, mis manos; hay algo en ellas que es casi mágico, tantas sensaciones, tanta fuerza, tanta dulzura y tanta ternura.
Gracias por ser sólo mío… a veces tengo miedo de que envejezcas y enfermes, tengo miedo de no lograr mantener el equilibrio de nuestra salud. Yo con mi mente y mis pensamiento y tú como receptáculo de éstos, pero a la vez siento una extraña confianza en tu fortaleza... eres fuerte, tan fuerte como yo. Gracias por ser mi compañero de batallas, de alegrías, de sinsabores, de gozo y de esperanza…
Lourdes Arriaga es alumna de tercer semestre de la Maestría en Psicoterapia Gestalt, CEsIGue, Xalapa. Trabajo realizado en la materia: Bioenergética y Procesos Corporales
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