María Edmonton y Nick Totton
Hacer terapia para
otros es como hacerla para uno mismo. Se vuelve una forma de meditación, de
concentrar la atención una y otra vez en el aquí y ahora, de tomar como eje la
experiencia del otro sin renunciar a la propia humanidad ni negarla.
La mayoría de los terapeutas son
personas bastante entrometidas, las que
les gusta saber lo que les pasa a los demás. Muchos tienen una tendencia
(controlada en un grado razonable) a disfrutar de sentirse importantes, a
aconsejar, a “ayudar”. Ejercer la terapia puede ser, asimismo, una defensa muy
eficaz contra el propio proceso terapéutico, que desplace la atención de uno
mismo a los otros. Gran cantidad de terapeutas suele llegar hasta cierto nivel
en su trabajo y no pasar nunca de allí.
Es importantísimo que el terapeuta
reciba regularmente su propia terapia, de modo de tener bien claras sus
motivaciones y conocer su proceso personal. Hemos notado que existe una nítida
relación entre el trabajo que hacemos con nosotros mismos y el que hacemos con
los demás; si aquel se vuelve frustrante, también éste; si es creativo, lo será
éste. Todo terapeuta es al mismo tiempo un consultante. ¡Y algunos deciden
seguir a carrera de consultantes eternos! Se vuelven adictos a la terapia,
utilizándola de maneras muy sutiles como medio de apuntalar su carácter
defensivo en vez de sacudirlo. Todos los terapeutas conocen a los “clientes
profesionales” que prueban un poco de todo, y quieren añadir un elemento a su
colección de trofeos.
Sucede con la terapia lo mismo que
con cualquier otra actividad humana que tienda a la liberación: una fuerza
gravitatoria constante la atrae de nuevo hacia la irrealidad y la rutina. Aquí
interviene el factor de que lo hacemos por dinero, en forma profesional. “¡Oh,
Dios!”, exclamamos, “¡otra vez a trabajar!”. Tanto para los consultantes como
para los terapeutas, el desafío permanente es renovar el proceso, volver al
núcleo, a la simplicidad, a la naturalidad, a la libertad.
Fuente:
Revista UNO MISMO. 1994. No. 138. Diciembre. Argentina
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