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Relato vivencial de un asalto

Eduardo Carlos Juárez López
Estudiante Maestría Psicoterapia Guestalt
CESIGUE, Xalapa, Veracruz

Haciendo alusión al gran estilo de mi madre para contar las cosas les comparto una experiencia desagradable pero enriquecedora:
En días pasados fui víctima de un asalto en una tienda departamental. A las 10:58 am me dispuse a poner saldo a mi celular dirigiéndome a las cajas. El cajero tomó mi tarjeta y la pasó varias veces en el aparato que sacaba el papelito que decía “transacción falló”. Llamé al supervisor quien estaba a unos metros y cuando llegó a la caja por fin se pudo hacer la operación. El cajero me devolvió la tarjeta y mi IFE y salí de la tienda. En la tarde fui con mi pareja a comprar un café en una plaza comercial cercana, a la hora de pagar con tarjeta el voucher indicaba “retener tarjeta”, el muchacho amablemente me la devolvió sugiriéndome que fuera al banco ubicado en la plaza para aclarar la situación. Cuando llegué a la ventanilla la cajera me hizo ver que la tarjeta pertenecía a otra persona y que había sido reportada como robada desde hace tres semanas. De inmediato me cayó el veinte de que me habían cambiado mi tarjeta y de inmediato me dirigí con mi pareja de regreso a la tienda.
Mientras iba manejando planeaba con mi pareja a quién buscar para dividirnos el trabajo. Cuando llegamos a la tienda me dirigí hacia la caja donde había hecho la transacción y afortunadamente encontré al mismo cajero. En tono fuerte lo confronté asegurando que me había cambiado la tarjeta. Obviamente él lo negó. Mientras tanto mi pareja estaba buscando al gerente. Entonces el mismo supervisor de la mañana se acercó para preguntar qué estaba pasando. Expliqué la misma situación, el joven cajero lo seguía negando. En eso llegó mi pareja con la encargada de servicio a clientes. Me invitaron a que pasara al módulo y mientras ellos investigaban. Entonces se metieron a revisar las cámaras de seguridad por espacio de veinte minutos.
Ese día yo había tenido terapia en la que estaba trabajando fuertemente cuestiones de responsabilidad. Entonces hablé con mi pareja sobre el tono en que había hablado y la gravedad de lo que yo estaba asegurando sin tener pruebas. Volteamos a ver al chavo quien tenía una postura fenomenológica de temor, culpa y ansiedad. Su cara fue lo que más me llamó la atención y en ese momento pensaba en manejar la situación de forma más tranquila. En eso salieron los que estaban revisando los videos y metieron al cajero a las oficinas para interrogarlo. Unos diez minutos después salió el supervisor y me dijo que el video delataba al cajero cambiando mi tarjeta, que ya habían hablado con él, que ya había reconocido su culpa y que la policía estaba en camino. En primera instancia la empresa se lavó las manos diciendo que era responsabilidad del empleado y no de la empresa. Pedí prestado el teléfono para cancelar de inmediato la tarjeta y saber si había movimientos no reconocidos. Al cancelar mi tarjeta la operadora me dijo que necesitaba los 16 dígitos de la tarjeta para poder consultar mis movimientos. ¿Cómo voy a tener los dígitos si estoy hablando para reportar que mi tarjeta fue robada? En ese momento mi ansiedad aumentó y aún más cuando llegó la policía. Ellos se encargaron de hacerle ver a la empresa su responsabilidad. También comentaron que las leyes habían cambiado, que para llevárselo era necesario que el reporte del robo no pasara de los treinta minutos después de que se cometió el delito, que lo mejor era que llegáramos a un acuerdo en el que el asaltante devolviera lo que tomó, también me dieron la opción de que levantara la demanda ante el ministerio pero me explicaron que eso iba a tomar mucho tiempo.
Necesitaba saber cuánto me habían robado. Mi pareja salió entonces a conseguir una copia de la tarjeta mientras yo hice una llamada a mi papá. Él me aconsejó hacer la denuncia y sus palabras me dieron mucha tranquilidad. A diferencia de hace años en los que él salía corriendo a donde estuviera para ver cómo ayudarme esta vez confió en mí sabiendo que tengo herramientas para manejar las cosas y autoregularme. Después de ello los policías sugirieron al subgerente que catearan al cajero para encontrar la tarjeta y el dinero. Hasta ese entonces la versión que me habían dado era que salió a comer y le había dado la tarjeta a otra persona quien ya había sacado dinero. Pensé lo peor, que tal vez tenía un cómplice en otra tienda y que habían comprado una tele de plasma carísima o algo así. Los policías me comentaron que si yo no tenía forma de saber la cantidad que habían sacado de mi tarjeta la denuncia podía carecer de sustento. En eso el subgerente y el director de seguridad pidieron a los policías que como escarmiento para los demás empleados de la tienda pasearan por toda la tienda con el chavo esposado.
En mi tensión desesperada se me ocurrió marcar de nuevo al banco y en esta ocasión accedieron a darme los movimientos de mi tarjeta después de las 10:58 am. Había siete movimientos en cantidades que parecían más bien compras que retiros de cajero, entre todas ellas sumaban una cantidad considerable. Mientras estaba hablando por teléfono llegó la encargada de servicio a cliente con mi tarjeta y dinero en efectivo. Cuando colgué me dijeron que el papá del chavo había traído el efectivo, lo conté y faltaba el 10% del total. Retuvieron al chavo media hora más en lo que renunciaba, sacaba sus cosas y trataba de obtener el dinero porque según los policías yo todavía podía demandar por esa cantidad. Después de eso los policías sacaron al chavo de la gerencia hacia la puerta de la tienda para hacer una última negociación. El policía me dijo que el chavo no tenía dinero y que me había ido bien al recuperar una parte del total. Yo pensé que era una buena negociación que me ahorraba tiempo y coraje. Estuve de acuerdo y abandoné la tienda por otra puerta.
Platicando con mi pareja sobre las impresiones que nos dejó el suceso me dijo que cuando iba abandonando la tienda oyó que los polis comentaban que el chavo no esperaba que me diera cuenta tan pronto del cambio de tarjeta. Además descubrimos que el horario de las transacciones no coincidía con la hora de salida de la comida, entonces pensamos que las operaciones fueron hechas dentro de la tienda lo que explica el cambio de actitud de los de la tienda. En cierta forma se me hizo un robo de poca experiencia, haberse retirado después de hacer los movimientos o bien haberse escapado tan pronto pudiera.
Al otro día con la mente más calmada platiqué de nuevo con mi pareja sobre lo ocurrido. Le comenté que yo no creo en coincidencias y me cuestioné en sueños para qué me encontré con este chavo. Me quedé pensando en la cara del chavo cuando estaban viendo los videos de seguridad, su expresión facial de “yo no hice nada” hizo que dudara por un momento de lo que desde mí era muy evidente. Me hizo pensar en mi actuar cotidiano. En ese momento vino un darme cuenta muy fuerte: el cajero estaba espejeando una parte muy fuerte de mi carácter en la que me victimizo como herramienta para no aceptar mi responsabilidad. De inmediato comencé a juntar los hilos y a apropiarme de mis proyecciones sobre él. En un principio me enojé y hasta me burlé de cómo él pudo hacer ese movimiento sabiendo que hay muchas cámaras alrededor de él. Me recordó que estoy estudiando una maestría en psicoterapia donde los maestros, psicoterapeutas y supervisores tienen reuniones cada cierto tiempo para discutir cómo va nuestro proceso de crecimiento. Obviamente esta parte mía de poner la cara del gatito de Shrek para manipular a los demás y que duden sobre mi evidente manipulación es vista por los maestros y supervisores. Esto me fue devuelto en terapia y es lo que estuve trabajando ese mismo día con mi terapeuta horas antes de ir a la plaza con mi pareja. Quedé perplejo, porque me vino a la mente otra frase que mi pareja escuchó del policía “el cajero subestimó al joven, pensó que no se daría cuenta tan rápido” y eso me hizo reflexionar sobre qué tanto subestimo al otro a la hora de manipular. Por supuesto que la gente se da cuenta en diferente medida cuando es manipulada y los costos de esto para mi han sido el rechazo, el alejamiento y la confrontación en el caso de mis maestros y terapeuta individual.
Estoy convencido que todas las cosas nos pasan por algo y que en la medida de que estoy abierto a mi conciencia puedo tomar las cosas como una lección de vida.
Gracias amigos por leerme, no olviden si pagan con tarjeta revisar que sea la suya, y si la situación les mueve mucho más de lo normal les invito a que revisen para qué les sucedió esto. Si es en terapia mucho mejor.



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