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Intimidad (IV)


Juan Carlos Kreimer


Un vuelco de fe

Afrontar los riesgos emocionales que implica la intimidad nos requirió confianza, mucha  y de varios tipos. Confianza en cada uno de nosotros dos, en el otro y en el modelo pareja matrimonio. Confianza para aceptar que el concepto de estabilidad ya no tiene el mismo sentido que en otras épocas y que el voto “hasta que la muerte nos separe” no es una ironía ¿Quién cuando asiste a una boda, no se pregunta discretamente cuánto durarán?

Ideas sobre la confianza en el matrimonio:

·         Considerar una posible disolución como algo propio de cualquier mente realista, es el primer, sutil, sabotaje a la confianza.
·         El sentido de continuidad y permanencia, aportados por el compromiso, crea la atmósfera para que florezca la confianza.
·         Aunque confiar en la pareja pueda significar cosas distintas según cada usuario (dependencia, lealtad, honestidad, fidelidad…), esencial es la seguridad emocional.
·         La confianza capacita para poner los sentimientos más profundos sobre la palma de la mano del otro.
·         Mientras que los sentimientos de enamoramiento o excitación sexual pueden crecer y disminuir a lo largo del tiempo, idealmente la confianza es una constante.

Pero:

·         Cuando el mundo– siembra dudas, ¿es posible pasarlas por alto?
·         La capacidad para sentir confianza en las relaciones íntimas, ¿depende de la educación temprana en el hogar, de la calidad de la relación entre nuestros padres, de las propias experiencias de amor…?
·         ¿Quién confía o es de confiar en un ciento por ciento?

Certezas:

·         Arriesgarnos a confiar puede lograr que los demás también lo hagan con nosotros.
·         La verdadera confianza se siente, no es voluntaria. Necesita desarrollarse con el tiempo, mediante el compartir gradualmente los pensamientos y sentimientos más profundos y el observar como son recibidos.
·         Este desarrollo requiere fe y al mismo tiempo expande la fe.
·         Para amar a otra persona, el “vuelco de fe” es la caja de ahorros que respalda la tarjeta de crédito.
·         Cuanto más invertimos en confianza y fe, más aumentamos el compromiso.
Tendencias de riesgo:

·         Idealizar a los otros y comparar sus “relaciones perfectas” con las nuestras.
·         Sentimientos satisfechos con lo que tenemos solo en la medida en que esto exceda nuestras expectativas o las comparaciones que tenemos a mano.
·         La búsqueda de la perfección.
·         Sentarnos a juzgar las relaciones de otras personas de modo que confirmen nuestros prejuicios. Lo que parece malo para nosotros (ella no se pierde cursos de crecimiento personal, él tiene necesidad de estar muchas horas solo, ella no se contenta con criar los hijos y administrar la casa, él tiene secretos, ellos no quieren tener hijos por ahora, ellos no tienen tiempo para ellos) puede funcionar para las otras personas. La intolerancia hacia las conductas de los demás habla de nuestra propia intolerancia para reconocer y aceptar los estilos del otro y propios.

El desafío

El modo como nos mostramos nuestra mutua dedicación era un sobreentendido, algo tácito, hasta que: a) pudimos desarrollar confianza para poder expresar nuestras emociones sin disimulo y b) lograr que estas fueran escuchadas.

Cuando, por ejemplo, yo llegaba de la oficina y le contaba que había sido muy criticado en tal o cual gestión, y ella, para que no me sintiera tan solo, me contaba que también había pasado un mal día por algo que había pasado en casa –o a la inversa–, sentíamos que ninguno valorizaba los sentimientos del otro.

Otra forma de desalentarnos era decirnos lo que hubiéramos tenido que hacer o responder ante el problema. En verdad, lo que ambos necesitábamos para aumentar la confianza era charlar sobre el tema, simplemente eso. Estar presente, eventualmente discutir alternativas, más que una solución, queríamos una oreja.

Explicar esta necesidad fue el primer paso para desbloquear la intimidad y poder examinar juntos la validez de las propias expectativas acerca de la relación. Mientras estas expectativas se mantienen fuera de la conciencia y sin ser comunicadas, ambos sentíamos haber sido traicionados, y eso perpetuaba lo sentimientos de confianza.

Traición significa que alguien hizo una promesa y la rompió. Con frecuencia las parejas nos sentimos traicionadas sin haber hecho trato alguno. Tal vez quisimos o esperamos algo de alguien, pero esa persona jamás aceptó llevarlo a cabo.

Esposas que pretendían ayuda del marido en las tareas del hogar y en la atención de los chicos sin haberlo siquiera mencionado o maridos que pretendían, por el hecho de serlo, contar con el apoyo de su mujer en todas sus opiniones, sienten que fueron traicionados al fallar sus expectativas.

Rara categoría la de quienes creen que si la otra persona siente verdaderamente amor siente obligación de leer el pensamiento; que las parejas bien avenidas rara vez están en desacuerdo, que estar enamorado es sentirse de un modo inmutable en el transcurso del tiempo.

Cuando los sentimientos de traición, aun los más sutiles, se presentaron entre nosotros, fue el momento de examinar las expectativas más que las fallas de uno u otro. Muchas de nuestras expectativas no resistieron ni a ese ni a posteriores escrutinios. La única que siempre nos parece razonable es la que dice que vale la pena el intento de conseguir intimidad.

En estos días, alteramos periodos de mucha cercanía, de hablarnos con sinceridad, de sexo frecuente, de co-escritura y co-creación de proyectos; periodos platónicos, de amor a distancia, de viajes individuales, de silencio del otro; y también periodos en los que parece que cada uno marcha en dirección opuesta al otro.

Nuestro amor se profundizó y creció infinitamente a medida que fue dejando de ser algo personal, de dos personas en dirección a un mismo lugar. Permanecer en la unión a pesar de las diferencias, ritmos y objetivos distintos, un día, o una noche, empezó a expandir nuestro matrimonio hombre-mujer a otro mayor, a abarcar a los seres, animales, cosas, pequeños detalles…



Tomado de:
Kreimer, J.C. (s/f). Intimidad. Rev. Uno Mismo. Vol. V (1)



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