Cuando
las personas sueñan, experimentan cambios importantes en su organismo, como
aumento en la presión arterial, respiración agitada, secreción del ácido (en
las personas con úlcera gástrica), erecciones en los hombres, y así por el
estilo. Los registros electroencefalográficos muestran una actividad de bajo
voltaje, con ondas apenas mejores que las alfa. Sin embargo, la corteza visual
del cerebro tiene una actividad eléctrica más intensa que durante la vida
consciente. Por eso, cuando las personas sueñan, mueven rápidamente sus ojos.
Aunque los músculos de la cabeza y el cuello se relajan, no disminuye tanto el
tono muscular de otras partes del cuerpo. En ocasiones, las personas que están
soñando experimentan fuertes sacudidas en sus extremidades. Las emociones
juegan un importante papel en la producción de los sueños. Según Simonov, los
ruidos neuronales que generan las emociones continúan mientras estamos
dormidos, también se desconectan nuestros principales sentidos, por lo que no
podemos verificar el material onírico, comparándolo con datos de la realidad
externa. Pavlov decía que los sueños resultan de la actividad caótica del
sistema nervioso central que almacena las memorias. Por su parte, Freud sugirió
que tienen conexión con los deseos reprimidos, aunque su sentido no suele
aparecer a simple vista.
Soñar
es una función cerebral muy necesaria, útil y conveniente. Todo lo que se dijo
en el capítulo anterior sobre las ventajas de fantasear se aplica también a los
sueños, sean estos espontáneos o dirigidos. En ocasiones, ellos nos presentan
rutas alternativas, soluciones creativas, prefiguraciones de acción y
posibilidades de crecimiento personal que nos conviene aprender a utilizar.
Algunas personas recuerdan, anotan, consultan e incluso suelen interpretar
habitualmente sus sueños para conocerse mejor y desarrollar en forma más plena
todas sus potencialidades.
Los
temas y el contenido de los sueños varían mucho. Reflejan aspectos cambiantes
de la personalidad individual, que se mantienen habitualmente alejados de la
vida consiente. Algunos de ellos están llenos de misterio y creatividad,
mientras que otros son más concretos, e incluso triviales. Hay sueños
agradables y los hay también muy desagradables.
Referencia bibliográfica
Navarrro Arias R. (1999). Las emociones en el cuerpo. México: Pax. Págs. 96-97
Referencia bibliográfica
Navarrro Arias R. (1999). Las emociones en el cuerpo. México: Pax. Págs. 96-97
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