Usted siempre ha sido la
hija de su madre, y esta relación, buena o mala, siempre ha estado cerca del
centro de su identidad. Cuando usted tiene un niño, empieza a identificarse más
con una madre que con su hija. Su vida como la hija de alguien se convierte en
su pasado de la misma manera que su futuro como madre empieza, con todas sus
mejores posibilidades.
Con este cambio básico, que
tiene lugar durante un corto periodo de tiempo, usted puede experimentar tanto
una profunda pérdida como una ganancia maravillosa. De cualquier manera, nunca
más será simplemente una hija. Este cambio en su identidad es el responsable en
parte de la compleja combinación de emociones que muchas de las mujeres sienten después del nacimiento de sus bebés. Esto explica por qué es posible sentirse
feliz y triste al mismo tiempo. Feliz de tener un hijo y triste por lo que ha
dejado atrás.
Aceptar su intuición
Una vez tras otra, cuando
haya tenido a su bebé, se dará cuenta que está actuando sin pensar. Se basará
en sus instintos maternales, adquiriendo formas intuitivas de coger, tocar y
hacer sonidos a su bebé a fin de fomentar la relación entre usted y su bebé.
Antes de que haya transcurrido mucho tiempo llegará a aceptar que, formando
parte de su nueva actitud mental, usted posee un cúmulo de respuestas y
conductas intuitivas a las que nunca había tenido acceso antes.
Referencia bibliográfica
Stern, D., Bruschweiler-Stern, N. y Freeland, A. (1999). El nacimiento de una madre. España: Paidós.
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