El
problema.
Su hijo tergiversa la
verdad, la evita o miente descaradamente. Usted podría tolerar casi cualquier
otro comportamiento, pero no la mentira. Usted insiste en que su hijo sea
honesto.
Pensarlo
de nuevo y bien.
No hay gran cosa que pensar
sobre las mentiras. Mentir es, realmente, el comportamiento que vuelve locos a
todos los padres.
Las mentiras empiezan de una
manera bastante sencilla. Los niños, a una edad temprana, no diferencian
fácilmente la fantasía de la realidad. La verdad y sus deseos están muy
enredados. Es muy normal que una niña pequeña describa algo que ansía como algo
que ya tiene, o algo que desea hacer como algo que ya ha hecho.
Más adelante, los niños utilizan
las mentiras para no tener problemas. Son capaces de tener la cara llena de
migas de galletas e insistir con una seriedad absolutamente creíble: “No he
comido ni una sola galleta.” Confían en que si dicen “Yo no lo he hecho” o “Yo
no he sido” se salvarán al castigo. Confían tanto en ello que en ocasiones
empiezan a creer en su propia inocencia.
Mentir no es únicamente una
mala estrategia (la verdad acostumbra a descubrirse), sino que es un
comportamiento altamente inaceptable en la mayoría de situaciones de la vida.
Siga leyendo y encontrará unas cuantas ideas para reducir las mentiras.
Cómo
conseguir que no digan más que la verdad:
1. Sea usted un modelo de aceptación de responsabilidades, alguien que no tiene miedo de decir la verdad y enfrentarse a las consecuencias.
1. Sea usted un modelo de aceptación de responsabilidades, alguien que no tiene miedo de decir la verdad y enfrentarse a las consecuencias.
Si alguien grita desde la cocina: “¿Quién se ha terminado la leche? Iba a utilizarla para hacer flanes”, es muy bueno que un niño oiga que la pareja responde: “Lo siento, querida. No me di cuenta de que podías necesitarla. Me encantará ir a buscar más.”
2. Sea también un modelo de honestidad. Si
alguien llama por teléfono y usted no quiere hablar con esa persona, no le pida
a su hijo o a su esposa que mientan. En lugar de eso haga que su hijo diga: “Mi papá está ocupado y no puede ponerse
ahora al teléfono. ¿Le digo que le llame?”
3. No
mienta a sus hijos. Si le preguntan algo sobre lo que no puede decir la verdad
(algo que no comprenderían o que les confundiría o les daría miedo), diga algo
como: “Eso es algo que tu madre y yo
necesitamos que siga siendo privado.”
4. Si está preocupada por los deseos fantásticos
de su hijo o hija en edad prescolar (a pesar de que no creo que tenga que
estarlo), puede convertir sus fantasías en realidades: “No tienes un caballo pero seguro que te gustaría, ¿no es así?”
Puede ayudarle aún más enseñándole la diferencia entre “hacer ver” y “real”.
5. Utilice fábulas y cuentos de hadas para que a
su hijo le quede bien grabado la importancia de la verdad. Tanto Pinocho como El chico que gritaba “El lobo…” muestran unas consecuencias claras
de las mentiras.
6. Recompense la verdad. Si un niño acude a
usted y le habla de algo malo que ha sucedido (ha roto algo, ha perdido algo,
tuvo problemas en la escuela), aproveche la oportunidad para alabarle.
No
estoy contenta de que hoy te mandaran a casa, pero aprecio mucho que fueras
valiente y vinieras a decírmelo.
Su hijo no tendrá tanto
miedo de decir la verdad porque usted lo ha manejado muy bien.
7. Como es posible que su hijo o hija mientan
para conseguir atención, no dé por supuestas cosas buenas. Muestre interés por
las pequeñas cosas y alabe los éxitos de cada día. Cada noche, dedique algún
tiempo a sentarse, relajarse y hablar, honestamente, con su hijo de lo que ha
sucedido durante el día.
Referencia bibliográfica
Whitham, C. (2001) La respuesta es NO. España: Amat
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